EE UU mata con misiles a un cabecilla de Al Qaeda en Somalia
Aden Hashi Ayro, identificado hace tiempo por Estados Unidos como uno de los principales jefes militares de Al Qaeda en el este de África, resultó muerto ayer en un ataque con misiles de crucero, según informaron fuentes estadounidenses y somalíes.
Ayro había pasado en la turbulenta Somalia de limpiador de coches a convertirse en una temida figura en la jerarquía del islamismo radical. De corta estatura y unos 35 años de edad, Ayro era el jefe de los Shebab, la fuerza de choque de la Unión de Tribunales Islámicos, desplazados del poder en diciembre de 2006 tras una intervención militar de Etiopía bien vista por EE UU.
El servicio de espionaje estadounidense le consideraba responsable de la muerte de un periodista de la BBC y le acusaban de preparar ataques suicidas en Somalia. Para Washington, los Shebab son una organización terrorista vinculada a Al Qaeda.
La portavoz del Comando Central con base en Tampa, Florida, la comandante Sherri Reed, confirmó que se había atacado un "conocido objetivo de Al Qaeda" en el centro de Somalia, en la localidad de Dhusamareb, pero declinó ofrecer detalles de la operación. Fuentes militares en Washington, que exigieron el anonimato, informaron de que se habían empleado al menos cuatro misiles de crucero Tomahawk lanzados desde un barco de la Marina situado en la costa. Los misiles impactaron en la casa donde se encontraba Ayro junto a algunos de sus lugartenientes. Al menos 10 personas resultaron muertas. Fuentes del espionaje estadounidense dijeron que el éxito de la operación era el resultado de un trabajo de seguimiento de varias semanas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.