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Reportaje:

Efectos colaterales de la Fórmula 1

Vecinos afectados discrepan sobre perjuicios y beneficios del circuito urbano

A pocas fechas de la celebración en agosto del Gran Premio de Europa de Fórmula 1, que acogerá el circuito urbano de Valencia, es mayoritario el consenso social en torno a la prueba automovilística. Como muestra, la venta en apenas diez días de las 112.771 entradas previstas inicialmente para seguir en directo el espectáculo. Sin embargo, en los barrios afectados por el trazado el debate sobre los perjuicios y beneficios de la prueba fluctúa entre la oposición total al circuito urbano, el aplazamiento de los juicios de valor al día después y las adhesiones más entusiastas. Las molestias por los accesos, los ruidos y la falta de aparcamientos, las inversiones aplazadas en estos barrios frente a la millonaria inversión en el circuito, la falta de información o las incógnitas de futuro son algunos de los temas que planean sobre el asfalto del gran premio.

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Julio Moltó, de Veïns i Veïnes de Natzaret, plantea objeciones sobre la forma en que la Administración valenciana ha conducido la construcción del circuito, "sin ningún tipo de información". "Solo tenemos un decreto de excepción legal", dice. Moltó, que califica así el decreto del día 8 de febrero con el que la Generalitat declaraba de interés general el Gran Premio de Europa eximiéndolo de la declaración de impacto ambiental y habilitanado procesos de expropiación urgentes. Eso ha permitido, a su juicio, que se haya construido "parte del circuito en una zona inundable", circunstancia denunciada por los ecologistas ante el Parlamento Europeo, o que "no se haga nada respecto al ruido". "Eso sí, los vecinos no sabemos todavía por dónde vamos a poder salir", añade. Para esta asociación, el día después también se antoja problemático. "Si tomamos como referencia el circuito urbano de Mónaco, se necesitan entre 30 y 40 días para desmontar todo el tinglado, por eso creemos que el circuito seguirá generando problemas". Moltó, en todo caso, aporta objeciones de fondo. "Se está financiando un negocio privado en barrios donde hay gente que no llega a final de mes. En vez de eso, se deberían atender las necesidades de Natzaret", dice, y desgrana carencias como un instituto, escuelas infantiles, residencias para la tercera edad, el soterramiento de vías o la llegada del tranvía.Vicente Gallart, vicepresidente de la asociación vecinal de El Cabanyal, incide también en la "falta total de información". "Se ha hecho todo a espaldas de los vecinos y de los colectivos. Y no han hecho caso", afirma en referencia al Ayuntamiento, "ante preguntas tan normales como los aparcamientos o las medidas que piensan adoptar por el tema del ruido. Les guste o no, el circuito urbano requiere muchas explicaciones". Gallart es muy crítico asimismo con la medida anunciada por la alcaldesa, Rita Barberá, de habilitar unos toldos para tapar las zonas más degradadas y no generar un impacto visual negativo. "Nos parece alucinante que se preocupen de esas cosas en vez de preocuparse del urbanismo de la ciudad". Y pone el acento en las consecuencias a medio y largo plazo. "A nivel urbanístico nos preocupa que esta parte de la ciudad se esté planificando con el circuito como punto de partida. Hubo un concurso de ideas", recuerda en alusión al que ganaron ex aequo Meinhard von Gerkan y Jean Nouvel y del que se ha encargado José María Tomás, "y no sabemos qué va a pasar con todo esto. Y hay una parte del circuito que no coincide con la futura red viaria contemplada en el avance del Plan General".

"Nosotros no hemos estado nunca de acuerdo con el circuito", afirma tajante el presidente de la asociación Grau Port, Jesús Vicente. "Se están gastando muchísimo dinero, cuando el barrio no tiene ningún tipo de servicio. No tenemos, por ejemplo, un centro de atención primaria que nos han prometido muchas veces. Por lo visto, no hay dinero porque se gasta en otras cosas". Vicente alerta del aislamiento que se puede producir en los barrios marítimos ("a partir del Puente de Serrería dicen que los vecinos podremos pasar identificándonos", se lamenta) e incluso aventura serias dificultades para la prueba. "Esto va a ser una ratonera. Que no pase nada, pero si pasa, veremos por dónde sale la gente".

Desde la asociación Baleares Grau se contempla el tema con algo más de distanciamiento. "Como asociación, queremos esperar al día después para hacer la evaluación. No queremos aventurarnos y decir cuatro barbaridades sin tener fundamento, no merece la pena", señala su presidente, Balbino Albiñana, que deja muy claro: "No estamos en contra del evento deportivo". Si bien muestra su preferencia por que se hubiese celebrado en el circuito de Cheste. De cualquier forma, Albiñana cita los problemas recurrentes de ruido, aparcamientos y accesos y su escepticismo ante las infraestructuras "de quita y pon" como los jardines o las gradas. Al final, no esconde su preocupación por la contradicción entre el "despilfarro" que rodea el Gran Premio y las carencias dotacionales de los poblados marítimos, pero tampoco oculta que entre un sector de los vecinos el circuito urbano es visto con buenos ojos. "El marketing hace mucho. Con el circuito está pasando lo mismo que con la Copa del América. A la gente le están vendiendo muy bien la moto".

De hecho, ni los dirigentes vecinales más críticos ocultan que existe un sector de los vecinos que ven con buenos ojos la prueba, ya sea porque les ilusiona ser el centro de un evento de esta magnitud o, directamente, porque han visto oportunidades de negocio en la prueba, como los propietarios de la calle de JJ Dómine, del Grau, que van a poder hacer suculentos negocios con el alquiler de sus terrazas. En total, calculan obtener unos beneficios cercanos a los 600.000 euros.

José Antonio Barba, presidente de la asociación Natzaret Unido, se sitúa en la línea del posibilismo. "Gracias al circuito se está realizando el PAI Grau-Cabanyal, hay una zona que ya se está urbanizando y nos están quitando una gran cantidad de mierda de encima", dice sin tapujos. "Es más: si no fuera por el circuito, el PAI no se llevaría a cabo. Y si no se invierte aquí está claro que ese dinero no irá a un centro de salud o una residencia para jubilados", arguye. A diferencia de otras asociaciones, Barba asegura haber tenido contactos frecuentes con las administraciones. "Todo esto hay que negociarlo, hablarlo, pero decir que no a una cosa que va a hacerse igual no lleva a ninguna parte. ¿Qué mejor que estar dentro? Si decimos que no, nos apartan de las negociaciones", explica, y reconoce que eso ha pasado con los colectivos vecinales críticos con la prueba. Barba pone como ejemplo de colaboración la celebración de la Copa del América. "En las negociaciones sacamos cosas positivas para el barrio", dice, y cita 800.000 euros para la biblioteca y 64 millones más para un centro de salud y para la reforma del parque deportivo de Natzaret. En el caso concreto de la F-1, Barba asegura estar negociando con el Ayuntamiento distintas alternativas de accesos y transporte para minimizar el impacto del gran premio. "No podemos ir en contra de la ciudad, porque la ciudad quiere el circuito. Y si la visión de la gente fuera negativa, se hubiera visto en las urnas, pero el PP ha reforzado su mayoría incluso en los colegios electorales de las zonas donde va la F-1", comenta, y lanza un desafío a los colectivos críticos con la prueba: "Habrá que pensar para quién están trabajando las asociaciones".

Una vista del circuito urbano de Fórmula 1, junto al Puerto de Valencia
Una vista del circuito urbano de Fórmula 1, junto al Puerto de ValenciaSANTIAGO CARREGUÍ

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