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Reportaje:

Vestigios del 'Puerto de los ingleses'

Nuevos restos de la época del comercio marítimo de Dénia con ultramar

Hubo un tiempo en que cualquier directivo bien situado de una empresa de Liverpool o Nueva York sabía ubicar Dénia en un mapa sin apenas pestañear. Y no por sus atractivos turísticos, sino porque desde el orgulloso puerto de la capital de La Marina Alta partían los buques para atravesar el Atlántico con un preciado cargamento a bordo: la pansa.

Desde mediados del siglo XIX hasta 1920, prácticamente toda la comarca vivió de ese negociado: en los campos agrícolas se llevaba a cabo el proceso de elaboración de la pansa -que dio lugar a los famosos riu raus, todo un símbolo agrícola en estas latitudes que aún perdura- y luego se trasladaba a Dénia. Y desde este último puerto, primero los clippers -auténticas catedrales a vela- y después los vapores llevaban la pansa sobre todo hasta Reino Unido, aunque también a Estados Unidos y Canadá.

Un buceador halla una vajilla de 1860 con iconografía victoriana

El hecho de que Dénia se convirtiera en el gran enclave de la exportación de la pansa provocó que numerosos ciudadanos ingleses se instalaran en esta ciudad. Incluso a mediados del siglo XIX fue necesaria la construcción de un cementerio inglés ya que los británicos protestantes, que eran mayoría, no tenían derecho a sepulturas en suelo católico. El camposanto aún pervive hoy en el paseo de Les Rotes.

Fue una época de prosperidad. Dénia contó con infraestructuras dignas de una ciudad de vanguardia: magníficas mansiones en sus campos, caldera de gas, hoteles de lujo, conexión ferroviaria, teatros, un puerto que experimentó sucesivas ampliaciones... Cuando vinieron los malos tiempos, parte de esas dotaciones desaparecieron y la ciudad, hoy en día, todavía no las ha recuperado.

El récord de las exportaciones de pansa se produjo en 1875. El comercio empezó a languidecer en los años veinte del pasado siglo y se dio como extinguido oficialmente en 1940. Pero el mar sigue arrojando restos de aquella era perdida: hace un par de semanas, el buceador profesional Jean Castera descubrió frente a la escollera norte y a seis metros de profundidad diversas piezas de una vajilla de mesa de origen inglés modelo Willow Pattern Blue que el Museo Arqueológico ha restaurado. Según el arqueólogo municipal, Josep Antoni Gisbert, la vajilla, del año 1860 y de iconografía victoriana, viajaba a bordo de uno de los buques que hacía la línea de Dénia con Londres, Liverpool o quizás Glasgow.

La razón por la que la vajilla acabó en el fondo del mar es una prueba de la altiva frivolidad de los oficiales de la flota de Su Majestad: no se trató de un naufragio, sino que Gisbert afirma que es probable que los mandos de la nave arrojaran la vajilla gastada para sustituirla por una nueva.

Más allá de las excentricidades de los oficiales británicos, sí que se produjeron verdaderos y dramáticos naufragios frente a las costas de Dénia, aunque ésa es otra historia.

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