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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Nadal, contra 'la doctrina Courier'

Federer, asesorado por Higueras, se enfrenta al español en la final de Montecarlo

Un hombre en pleno ejercicio de autocensura decide hoy la final del torneo de Montecarlo, que disputarán Rafael Nadal y Roger Federer, los dos mejores tenistas del mundo (15.00, La 2): Pepe Higueras. Convirtió en campeones de Roland Garros a Jim Courier y Michael Chang. Y lleva dos semanas desgranando con Federer un plan secreto y silencioso, cosido en la intimidad del vestuario, para derrotar a Nadal.

Higueras no habla con la prensa. El entorno de Federer, con su novia a la cabeza, vigila con celo cada uno de sus movimientos. Un acuerdo escrito recoge sus obligaciones en el periodo de prueba que le une con el suizo, que lleva sin entrenador desde que despidió al australiano Tony Roche hace 11 meses. Y sólo una estadística y un puñado de consejos resumen las lecciones que intenta transmitir al mejor jugador del mundo. Es la doctrina Courier.

El técnico recomienda al suizo lo mismo que a Sampras: sufrir sin renunciar a su juego

Tras ver cómo Nadal se deshacía del ruso Nikolay Davydenko (6-3 y 6-2), Federer venció a Novak Djokovic (6-3, 3-2 y retirada entre abucheos del serbio) con 15 errores no forzados por los 27 de su rival. En la segunda ronda, el número uno produjo más de 50. El cambio habla de su adaptación progresiva a la tierra y de la influencia del técnico.

Higueras intenta convencer al suizo de que el gran secreto de la tierra batida se esconde tras una perogrullada: jugar al porcentaje. Courier lo resume con su apodo: era Just Plain Tenacious (Simplemente Tenaz). "José", recuerda, "me ayudó a ver el juego de manera diferente. Me calmó. Subliminalmente, puso mensajes en mi cabeza: 'Si tu contrario falla un golpe, vale igual que si tú hubieras logrado un golpe ganador'. Sigo siendo básicamente un golpeador. Pero ahora también pienso".

Higueras, doble semifinalista en Roland Garros, ha hecho carrera como técnico exigente y maestro de la arcilla. A Federer le recomienda lo mismo que a Pete Sampras, que no soportó su ritmo de trabajo cuando le pidió que le ayudara a conquistar París: sufrir sin renunciar a su juego. Huir de la obsesión por copiar las tácticas de los especialistas sobre tierra. Y mantener su estilo de iniciativa y ataque rebajándolo con el control de los errores no forzados. Otra cosa es que el suizo, que por algo ha ganado 12 títulos del Grand Slam, le haga caso.

"Quiero intentar empujar a Nadal", dijo, "y ver con qué puede responder en los momentos importantes. Mi plan de juego debe ser mejor que el del año pasado en la final. Siempre tienes una opción contra Nadal en tierra. Rechina en sus partidos. Incluso cuando gana 6-3 y 6-2, como contra Davydenko, acaba jugando una hora y media. Sorprendente".

Montecarlo vivirá la mejor final posible. Nadal busca su primer título del año. Federer, demostrar por qué fue capaz de romper la racha de 81 victorias seguidas sobre arcilla del español. Y el público, un partido para el recuerdo. La grada del club del Principado espera algo grande. Y casi pide sangre con letras de odio en los carteles colgados en la pista: "Vamos, Rafa; mátalo".

Rafael Nadal, durante su duelo con Nikolay Davydenko.
Rafael Nadal, durante su duelo con Nikolay Davydenko.REUTERS

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