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Reportaje:Ida de las semifinales de la Liga de Campeones

Balones a Messi

El Barça se encomienda al argentino frente al Manchester United en una cita con los mejores alicientes futbolísticos

Desde que salió goleado del estadio Louis II, de Mónaco, en la final de la Supercopa de Europa de 2006, la misma jornada en que Ronaldinho se levantó para presentar un anuncio por la mañana después de haber dormido poco la noche anterior, el Barcelona no ha ganado una sola competición y sus figuras han malbaratado cuantos trofeos recogieron en el Forum Grimaldi de Montecarlo. Incluso el Sevilla ha dejado de ser ya el mejor equipo del mundo, título que edificó sobre la borrachera barcelonista, y los muchachos de Frank Rijkaard continúan en Babia.

El Barça está hoy de vuelta y, por tanto, su final se anuncia en todos los carteles. A los jugadores les queda, sin embargo, una última ronda para resolver si se despiden como héroes o villanos: una semifinal contra el Manchester United, el líder del vitalista fútbol inglés, que tanto se ha puesto de moda. El equipo de sir Alex Fergusson, el hilo conductor del juego del club de Old Trafford, camina justamente en la dirección contraria a la del Barcelona, goza de muy buena salud y necesita igualmente de la mejor de las Copas para certificar su jerarquía futbolística. Ningún rival le apetece más como paso previo antes de la final que el Barça de Ronaldinho, aunque el Gaucho ya hace tiempo que no está ni se le espera, por más que continúe en nómina, metáfora que define fielmente como están las cosas en el Camp Nou.

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El Manchester United fue, al fin y al cabo, el espejo en el que se miró el Barcelona cuando la junta del power point de Joan Laporta llegó al poder en 2003. Beckham fue entonces el reclamo azulgrana mientras que el Manchester apostaba por Ronaldinho. El inglés acabó en el Madrid y el brasileño en el Barça mientras Ferguson se hacía con Cristiano Ronaldo, considerado hoy el mejor futbolista de Europa con permiso de Kaká y también de Messi.

Cristiano Ronaldo y Messi aparecen como los grandes solistas de un duelo futbolístico con célebres secundarios. Débil como está el equipo, frágil en la defensa y escaso de gol -ha marcado uno en los tres últimos partidos en el estadio-, falto de organización táctica y poderío físico, la consigna en el vestuario del Barça es "balones a Messi" y, si no, "a Iniesta". El delantero desequilibra individualmente y el centrocampista hace jugar al equipo. El problema es saber de qué jugará Iniesta si es que Frank Rijkaard le pone: si de volante o de extremo o, lo que es lo mismo, si ejercerá de Ronaldinho porque juega Deco o ocupará la plaza del portugués. Futbolista capital para endurecer al equipo, Deco sale de una lesión y no se sabe bien si estará a punto para un partido tan exigente.

"Posición, posesión y circulación", resume Xavi cuando se le pregunta cómo combatir a un rival que juega de forma vertiginosa. "Necesitamos tener el balón, no perderlo en zonas que faciliten la transición del contrario y ser verticales", apostilla Iniesta, enamorado de Scholes "porque es tan listo que aparece donde demanda la jugada".

Ausente Puyol por sanción, es imposible descifrar la alineación de Rijkaard, y más después de que Henry se reincorporara al trabajo en doble sesión y se pusiera a su disposición con el anuncio de haber marcado nueve goles al Manchester cuando militaba en el Arsenal. A buen seguro que la formación de Ferguson puede condicionar los planes barcelonistas, que siempre tienen el mismo conflicto: cómo repartir el frente de ataque después de haber perdido estilo y jugar más por dentro que por fuera.

A los técnicos azulgrana les preocupa especialmente que "se junten Cristiano Ronaldo y Rooney". "Hay que intentar prevenir qué va a hacer Cristiano Ronaldo", advierte Zambrotta, que ya le marcó en el Italia-Portugal. "Tiene un talento semejante al de Messi y su equipo le busca para crear situaciones de superioridad", añade; "no es fácil combatirle porque llega al área desde sitios distintos, domina muchas suertes y es muy participativo. Hay que estar muy concentrado porque su juego de piernas es muy rápido y le gusta jugar con la pelota. No le paras en el uno contra uno si no recibes ayudas con las coberturas de los centrales o del medio centro. Lo mejor sería que no tocara el balón".

Por la misma regla de tres que Cristiano Ronaldo ocupa al Barcelona, la preocupación del Manchester es óbviamente Messi. "Hay que procurar que reciba al pie, de manera estática y no en movimiento, que no pueda explotar su velocidad", coinciden sus jugadores sobre él. "Está Messi, Iniesta, Eto'o...", insisten; "no nos consideramos los favoritos".

Aunque opuestos en su forma de jugar, ambos equipos acuden invictos a la cita. La efectividad, velocidad y riqueza táctica avalan al Manchester, que deja al menos un gol en cada salida, mientras que la nómina de jugadores da posibilidades al Barça, que necesita ganar un encuentro importante y alcanzar la final para restituir su honor. No le quedan más bazas tras dos años de despilfarro.

Los contendientes tienen mucho gancho; el campo es fantástico para unos y otros, pues el Manchester ganó la Copa de Europa de 1999 en un minuto de gloria en el Camp Nou, y la jornada es especialmente significativa para catalanes e ingleses: hoy es Sant Jordi, una noche para la épica en la competición más hermosa.

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