Aguirre logra que Rajoy retire su órdago
"No se refería a la presidenta", recula un portavoz tras desafiar ella al líder - La jefa del PP madrileño exige "llamar derrotas a las derrotas" y mantiene el suspense
Ella misma apeló a las cartas para explicar lo que está pasando en el PP. Y es que va de cartas. El sábado, su jefe le echó un órdago: "Si alguien se quiere ir al partido liberal, que se vaya". Ella ayer lo aceptó y pidió ver las cartas: "No me puedo creer que el presidente de mi partido quiera echarme a mí del PP. Pero todos los medios de comunicación interpretaron lo contrario. Quizás sería muy bueno que lo aclarara", dijo retadora.
El otro jugador, en lugar de enseñar las cartas, buenas o malas, no tardó ni tres horas en recular. A falta de su voz -no tiene actos previstos hasta el jueves- fue su portavoz quien se encargó de esa retirada: "A Mariano Rajoy jamás se le ha ocurrido que Esperanza Aguirre tenga que abandonar el PP. Es un gran activo del partido, no se refería a ella".
Zaplana dice que expresiones como la de Rajoy "sobran", y critica a los barones
Camps, aspirante al 'trono', actúa como hombre de paz entre Aguirre y Rajoy
Aguirre superó así este órdago -aunque ella reclamó que fuera Rajoy quien lo explicase, no sus portavoces- porque su rival prefirió retirarse de la partida. No cabe duda de que fue ella la que le forzó a rectificar, porque durante el domingo ningún portavoz de Rajoy se había quejado de la interpretación que todos los medios hicieron de su frase en Elche: que estaba invitando a Aguirre a marcharse del partido.
Es más, Soraya Sáenz de Santamaría, mano derecha del líder, alababa ayer por la mañana en Onda Cero la "muestra de autoridad" de su jefe el sábado. Y el entorno de Rajoy estaba eufórico el domingo porque al fin el líder, con fama de timorato, había dado un golpe en la mesa.
Pero no, lo entendieron todos mal, dicen en Génova. Aunque los argumentos que ofrecen para interpretar una frase tan clara como "el que se quiera ir al partido liberal, que se vaya", explican por qué todos los medios entendieron otra cosa. "Sólo recordaba que el PP es un partido integrador que está en el grupo popular europeo, y no en el liberal ni el conservador", insistían sus portavoces.
Aguirre ganó así, una vez más, el pulso continuado que mantiene con el líder desde que, hace tres meses, ella logró evitar -aunque para ello tuvo que poner su cargo de presidenta encima de la mesa- que Rajoy colocara en las listas del Congreso a su eterno rival, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón.
Ella, siempre dispuesta a la polémica, no dejó pasar la ocasión -una rueda de prensa con Francisco Camps, el principal valedor de Rajoy, y 23 cámaras- para lanzar más dagas al líder. La relación entre ambos parece difícil de reconducir. De hecho, la presidenta confirmó que no han hablado desde que él la invitó a marcharse. Ella devolvió el golpe: "Estoy de acuerdo con Francisco Álvarez Cascos cuando dice que no se pueden enterrar los debates en aclamaciones, que hay que empezar por llamar a las derrotas, derrotas, y a las victorias, victorias".
Los dirigentes críticos con Rajoy, entre ellos varios diputados, le reprochan que no haya hecho un análisis serio del porqué de la derrota. Pero el apoyo de Aguirre a Cascos va más lejos, porque el ex secretario general ha llegado a llamar "novicia" a Sáenz de Santamaría y ha reprochado a Rajoy que apueste por los más fieles y no por los más preparados.
En medio de esta aparente tregua marcada por la marcha atrás del líder, otro dirigente relevante, Eduardo Zaplana, removió de nuevo las aguas del partido en una entrevista en la cadena SER. El ex portavoz parlamentario cree que expresiones como la de Rajoy "sobran absolutamente" porque en el PP "todos son pocos". Además, critica a los barones por poner a disposición del líder "todos" los compromisarios de sus autonomías. "Me parece exagerado", ironiza quien puede llegar a controlar hasta 80 delegados de los 124 de la provincia de Alicante. Los enemigos de Zaplana quisieron interpretar de sus palabras que el ex ministro entra en la partida por el poder y se coloca enfrente de Rajoy.
Mientras, su gran rival, Francisco Camps, ejerció de portavoz de Rajoy en la rueda de prensa -"esto es una película que tendrá final feliz, no hay que quedarse con el fotograma del sábado"- y luego, en la comida con Aguirre, hizo de hombre de paz. Camps, según coinciden prácticamente todas las fuentes del PP, aspira al trono -el liderazgo del partido-, pero no tiene tanta prisa como Aguirre por una cuestión de edad -ella, 56; él, 45-.
Y de la gran pregunta, Aguirre sólo ofreció un juego de palabras que deja todo abierto: ¿Se presentará? "No tengo intenciones". ¿Lo descarta? "No tengo intenciones. Como jugadora de póquer y mus, para poder descartarte tienen que darse las cartas, y es que las cartas no se han dado". ¿Las cartas son los compromisarios? Ella necesita 600.
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