Ocho minutos y 20 segundos para actuar
Los síntomas varían de una persona a otra. Pero "el dolor más típico de un infarto proviene del centro del pecho y suele irradiarse a la mandíbula o al brazo", explica Ervigio Corral, médico y subdirector del Servicio de Asistencia Municipal de Urgencia y Rescate (Samur). Cuanto antes se comunica una dolencia cardiaca, más a tiempo se está de salvar la vida del paciente. "El enemigo", explica Corral, "es el factor tiempo".
El protocolo de actuación es siempre el mismo. El ciudadano llama al 112, el Samur sospecha que se trata de un infarto y envía una "unidad de soporte vital avanzada", dotada con un médico, un enfermero y un técnico de transportes sanitarios (hay una media de 10 unidades al día). Cuentan con un monitor desfibrilador, un respirador y "todo tipo de fármacos y utensilios de una unidad de este tipo", explica Corral.
La ambulancia llega al domicilio de quien sufre un infarto de miocardio en un tiempo aproximado de ocho minutos y 20 segundos. Pero Corral insiste en que se trata de un tiempo medio: "A veces se tardan cinco minutos, a veces 12". Luego, es el momento del diagnóstico: 1. Certificar que se trata de un infarto; 2. Si hace menos de una hora que el paciente lo ha sufrido, se administra un fármaco llamado fibrinolítico; 3. Traslado al hospital.
Si la persona está en parada cardiaca, entonces se intenta la reanimación in situ con el desfibrilador. "Hay infartos no complicados y arritmias muy sombrías", aclara Corral. El Samur atendió el año pasado 340 paradas cardiacas, el peor cuadro posible. El 52% de los pacientes llegó vivo al hospital. De éstos, sólo el 15% sobrevivió.
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