El doctor sexo
-Una vez llegó a mi consulta una chica que no tenía orgasmos. Su novio le había sugerido practicar intercambios de pareja, para ver si con otros hombres era capaz de alcanzar el clímax. Ella lo intentó, sin éxito. Pero él insistía. Ella sospechaba que, para él, el intercambio de parejas era una excusa para ligar con otras personas. Hasta que conoció a los padres del chico. Y los padres también practicaban intercambios de pareja. El novio sólo trataba de reproducir el comportamiento sexual adquirido en su familia.
El doctor que me cuenta esto, Xavier Pujols, se dedica a escuchar historias como ésta: swingers con anorgásmicas, onanistas con orgiásticas y otras incompatibilidades. Al Instituto de Sexología de Barcelona, donde él trabaja, llegan cada año entre 300 y 400 personas insatisfechas con su vida sexual. Su misión es sanarlos. Los consultorios del instituto están forrados con diplomas médicos de diversas universidades. El sexo se ha vuelto un órgano que recibe tratamiento, igual que los pulmones o el hígado.
Frente a Pujols, uno se imagina estar ante un experto. O por lo menos, ante un hombre sumamente habilidoso. Acostarse con él debe de ser inhibidor. Como jugar a fútbol con Ronaldinho o ir a comprar ropa con Gisele Bundchen. Ellos saben algo que tú no.
-¿Cuál es el problema más frecuente de sus pacientes?
-La mayoría padece falta de apetencia y disfunción eréctil. Es decir, es incapaz de sentir deseo. La razón casi siempre es la presión por estar a la altura de las demandas de la pareja. La presión bloquea el deseo.
Afuera, en el recibidor del Instituto, se anuncian talleres de Sexualidad lúdica, y un curso llamado Cómo disfrutar plenamente la sexualidad. Todas esas cosas que se suponían innatas, ahora hay que estudiarlas en cursos. Hay programas educativos para follar, para parir, para comer sanamente. Debemos de estar perdiendo facultades. Un día de estos, nos tendrán que enseñar a respirar.
-¿Cómo sabe uno si es un mal amante? ¿Cuál es el listón oficial?
-Para los hombres, el listón es sobre todo el porno. Ven estas películas de gente con cuerpos esculturales, órganos enormes y actos sexuales que duran media hora, y se sienten disminuidos, incapaces de alcanzar ese nivel. Y luego también, conforme las mujeres viven su sexualidad más libremente, se vuelven más demandantes. En consecuencia, por un lado, los hombres tienden a reducir la sexualidad a la parte genital. Y por otro, temen no dar la talla. Cada vez más, nuestros pacientes son varones.
Durante siglos, los hombres nos quejamos porque la sexualidad era reprimida. Ahora el problema es que se ha vuelto obligatoria. Tienes que producir resultados y cumplir estándares, como en una entrevista de trabajo. Y además, tienes que divertirte forzosamente. Es más exigente que un balance fiscal. Para devolverle a la gente el contacto con sus propias sensaciones, los sexólogos recurren a juguetes eróticos. Xavier me enseña los suyos: hay bolas con sonido -como pelotitas antiestrés vaginales-, ungüentos para masajes, y un vibrador en forma de gusanito verde.
-¿Y vienen fetichistas también?
-Muy pocos. Y sólo cuando su fetiche afecta directamente a su relación de pareja: normalmente, sólo los exhibicionistas, pedófilos y urófilos.
-¿Urófilos? ¿Y eso qué...?
-Excrementos.
-Guau. ¿Cuál es el caso más raro que ha recibido?
Pujols medita antes de contestar:
-Tuvimos a una pareja que gozaba mucho del sexo, pero él no quería ponerse condón. Además, eran una pareja abierta: él tenía otras relaciones y a ella no le importaba. Pero en sus relaciones esporádicas, él tampoco usaba condón. Así que no sólo se exponía a una enfermedad, sino la exponía a ella. Felizmente, la terapia resolvió el problema.
-¿El tipo se puso condón?
-No. Dejó de ser infiel.
Abandono la consulta desconcertado, pensando en lo que hace la gente en sus camas (o donde lo haga). Todo el mundo cree que es "normal". Pero la normalidad es algo profundamente anormal.
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