China intenta calmar la furia patriótica
Campaña para boicotear los productos y centros comerciales franceses - Pekín incitó a la gente al tachar de "despreciable" el trato de la prensa occidental
El Gobierno chino ha vuelto a hacer uso de su habitual estrategia de tensar y aflojar la cuerda cuando se trata de afrontar una crisis. Pekín ha urgido a sus ciudadanos a que moderen su "fervor patriótico", tras la ola de nacionalismo que ha surgido en las últimas semanas como consecuencia de los disturbios registrados en Tíbet y las provincias vecinas y de la cobertura informativa dada por los medios extranjeros.
En un comentario hecho público por la agencia oficial Xinhua, las autoridades califican el tratamiento de la prensa occidental de "despreciable" y respaldan la consiguiente indignación de los internautas chinos, pero también afirma que las tendencias nacionalistas deben ser "racionales" y servir para edificar la nación.
No es la primera vez que Pekín repite este esquema en el que, primero, suprime cualquier punto de vista que no coincide con su posición; segundo, da rienda suelta a los ataques a objetivos extranjeros si sirven a sus intereses políticos, y, tercero, tira de las riendas cuando la espiral de protestas amenaza con escapar a su control. Así ocurrió en 1999, cuando permitió -y luego agostó- una serie de manifestaciones antiestadounidenses en la capital, después de que fuerzas norteamericanas bombardearan por error la Embajada china en Belgrado. Y algo parecido se produjo en 2005 contra los intereses japoneses en Pekín. "La ola de nacionalismo ha sido alimentada desde el Gobierno, como en otras ocasiones", aseguran fuentes diplomáticas occidentales.
El Gobierno y la prensa oficial han denunciado repetidas veces lo que consideran una cobertura parcial y tendenciosa por parte de los medios occidentales de las violentas manifestaciones que se produjeron en Lhasa y otras regiones el pasado 14 de marzo y los días siguientes para protestar contra el dominio chino, y que provocaron 20 muertos, según Pekín, y más de 140, según el Gobierno tibetano en el exilio. "Estamos muy enfadados con la información que ha dado la prensa extranjera, en especial la [cadena de televisión estadounidense] CNN. Han publicado mentiras", explica Ma Li, directora adjunta del Diario del Pueblo, órgano oficial del Partido Comunista Chino.
El enojo de muchos ciudadanos ha desembocado en envíos masivos de correos electrónicos, llamadas telefónicas y amenazas a agencias de noticias, televisiones y periódicos extranjeros en Pekín. Además, ha sido lanzada una campaña para boicotear los productos franceses y los centros comerciales Carrefour, en protesta por el caos registrado en París durante el paso de la antorcha olímpica.
Pero Pekín teme que la bola de nieve engorde demasiado, se vuelva en su contra, y acabe perjudicando su imagen internacional -ya bastante dañada-, cuando quedan menos de cuatro meses para el inicio de los Juegos Olímpicos de Pekín, y ha decidido tirar del freno.
Mientras tanto, las autoridades han impedido ilegalmente al activista de derechos humanos Hu Jia apelar la condena a tres años y medio de cárcel que le fue impuesta a principios de mes por "incitar a la subversión del Estado", según ha denunciado su abogado, informa France Presse.
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