Arenas: "No voy a pasarle ni una", Chaves: "Yo a usted, tampoco"
Los líderes de PSOE y PP convierten el enfrentamiento político en personal
"Somos dos políticos experimentados, un poco deja vù (ya vistos), pero usted se ha presentado tres veces, y ha perdido tres veces; y yo le he estado ganando". La frase, que es de Manuel Chaves, es una atinada sinopsis de lo que fue ayer el reencuentro en la escena parlamentaria con su eterno rival, Javier Arenas, después de doce años de paréntesis. Un duelo feroz de dos viejos enemigos con muchos gatos en la barriga y cuentas pendientes, a los que se les ve de lejos que, al menos políticamente, no se soportan. Como los personajes que interpretan Walter Matthau y Jack Lemon en la divertida comedia Dos viejos gruñones, Chaves y Arenas se dedicaron ayer a competir en quien está más agotado, más pasado de rosca, es menos creíble o almacena más fracasos. Se trataba de zaherir, de lanzar pullas personales, de abatir al contrario con una sentencia inapelable. Los temas sobre los que discutieron pasaron a un segundo plano.
El tono del duelo fue el de dos viejos enemigos que no se soportan
El cruce dialéctico que da una idea más exacta del agudo pique que llegó a entablarse entre ambos es el que sigue, aunque las frases no fueron correlativas porque lo impide el sistema de turnos que marca el reglamento parlamentario. Arenas: "No voy a pasarle ni una". Chaves: "Yo a usted, tampoco".
Pero no fueron las únicas perlas, he aquí una pequeña muestra de algunas que se oyeron en las más de dos horas que duro el afilado debate:
Javier Arenas: "Presidenta, ya han empezado a insultarme, Zarrías [Gaspar, consejero de la Presidencia en funciones] me ha llamado cínico". "No sabía que era tan importante en su vida. Tiene usted una fijación conmigo, que está justificada". "Su discurso es el de perdedor, prepotente". "No se le ha visto el talante, se le ha visto tics autoritarios". "Manipula todas las intervenciones" "Tienen usted une gran desfachatez". "De asustarnos, nada. Tiene usted muy poca grandeza en la victoria". "Desde hace mucho tiempo me quiere jubilar, está usted un poquito de los nervios conmigo".
Manuel Chaves: "Tiene usted un desparpajo impresionante para venir aquí a vender la moto averiada de que usted es lo nuevo, y yo lo viejo, y hay quien se la compra" "Ningún político europeo diría que tiene un resultado histórico tras perder por mayoría absoluta". "Los ciudadanos no entienden que usted pierda, pierda y pierda, y se presente, se presente y se presente". "Ha perdido las elecciones, siempre, tiene que metérselo en la cabeza". "No quiero jubilarle, lo que quiero es que se presente, cuanta veces mejor, siga presentándose muchos años, por favor nos veamos las caras en 2012". "Son los ciudadanos los que jubilan, a usted lo han prejubilado". "Su discurso es siempre el del complejo".
La línea argumental del discurso de Javier Arenas fue la misma que la de campaña: después de 18 años gobernando, a Chaves no le queda crédito para hacer más promesas ni esbozar nada que pueda ilusionar a los andaluces porque no es un proyecto nuevo, sino "el mismo desde hace 26 años". A los pactos se acercó más que con escepticismo, con una rotunda negación: "Dispuesto al diálogo siempre, pero concediéndole a usted la mínima credibilidad". Pese a la total ausencia de fe, rayana en el nihilismo, enumeró una lista de propuestas, más que nada para subrayar la vocación de alternativa de su grupo, según confesó.
El líder del PP adobó su discurso con muletillas y golpes de humor que hicieron brotar con frecuencia las carcajadas y palmetazos de su bancada. Algunos los llevaba escritos y, por tanto, medidos, pero en la contrarréplica, un Arenas visiblemente enojado por el tono inesperado de la respuesta de Chaves empezó a hablar de "vergüenza" "barbaridades" y "manipulaciones".
La táctica de Chaves fue dibujar el perfil de Arenas como un fracasado contumaz, para lo que se remontó incluso a su etapa de concejal de Sevilla, allá por los años ochenta. También como un frívolo con una contrastada habilidad para volver sus derrotas en victoria, capaz de utilizar cualquier cosa para sacar ventaja electoral. Le dijo, aunque con un giro lingüístico de difícil respuesta, que se había servido del terrorismo para rebañar votos y ahora lo intentaba con el caso Mari Luz, la niña asesinada en Huelva. En un tono que dejaba traslucir su total desconfianza reiteró la oferta de acuerdos que lanzó el día anterior, pero con muy poca convicción: "Vamos a hacer camino". Sería porque ayer no se veía ninguno.
Dos duelos anteriores menos duros
El primer duelo parlamentario entre Manuel Chaves y Javier Arenas se produjo en 1994, y dio inicio a la conocida como legislatura de la pinza. Por primera vez, los socialistas perdían la mayoría absoluta en Andalucía, y Arenas y el entonces líder de IU, Luis Carlos Rejón, pusieron en jaque al Gobierno autonómico desde el Parlamento.
En el primer debate de investidura en el que estuvieron presentes Chaves y Arenas, éste estaba más preocupado por el inesperado rebrote de la crisis interna -su secretario general, Manuel Pimentel, había anunciado mes y medio después de las elecciones que dejaba la política para dedicarse a los negocios- tuvo un tono condescendiente con el reelegido presidente. Arenas, no obstante, insistió en que iba a ejercer una "oposición contundente" y ofreció el apoyo de su grupo siempre que Chaves defendiese "a ultranza" los intereses de la región.
La designación de Chaves estuvo envuelta en cierta polémica porque pudo producirse por una treta que hicieron algunos diputados de IU durante la votación del presidente.
Los parlamentarios de la coalición usaron una fórmula no contemplada en el Reglamento de la Cámara y que consistía en que cuando eran citados públicamente para votar proclamaban: "No participo en la votación".
El segundo debate de investidura en el que participaron ambos dirigentes se produjo en 1996. En esta ocasión, Chaves pactó con el Partido Andalucista para gobernar. En Madrid había ganado el PP y el presidente andaluz hizo un discurso muy autonomista que fue censurado por Arenas. Como ayer, Arenas enumeró viejos proyectos de Chaves inconclusos y los comparó con lo que los socialistas reivindicaron después.
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