Seis millones de euros bajo los palos
Ustari, el fichaje más caro del Getafe, estuvo a punto de irse en enero
Óscar Ustari (América, Argentina; 21 años), el fichaje más caro de la historia del Getafe, el mismo que estuvo a punto de dejar el club en enero, en el mercado de invierno, podrá reivindicar su valía mañana en la final de la Copa del Rey tras un año de avatares. "El míster ha decidido que termine lo que he comenzado", zanja el portero, que ha mantenido la forma disputando siete de los ochos partidos del torneo.
Ángel Torres apostó por la promesa de Independiente el pasado verano. El presidente del subcampeón de la Copa de 2007 no dudó en poner sobre el tapete seis millones de euros, la mayor cantidad jamás pagada por un guardameta argentino. "Cuando me encuentre con uno del Valencia, él no pensará que es difícil marcarme un gol porque sea el fichaje más caro de este club, por haber costado tanto. Hay que dejar eso de lado", advierte Ustari.
"Los del Valencia no pensarán que es difícil marcarme un gol por haber costado tanto"
"Ha pasado una temporada muy dura. Ha tenido que cambiar el chip. Su mentalidad era muy distinta a la de Abbondanzieri, que ha llegado a la cumbre desde abajo. Óscar, en cambio, siempre fue titular en Independiente", explica el preparador de porteros, Juan Carlos Arévalo. "Sabía que tendría que esperar su oportunidad. Yo tuve que hacerlo casi tres años para debutar con Boca. ¡Él lo ha hecho a la primera! No se tiene que volver loco", considera Abbondanzieri.
Fue justo lo que le pasó en sus primeros meses en Europa. Ustari, también a la sombra del Pato en su selección, no supo dominar la "ansiedad". "Tuvimos muchas discusiones. Le insistí en que debía trabajar y no hacer caso del entorno. Es normal que un portero se ponga nervioso si no juega, pero su rebeldía no le beneficiaba. Sí lo hacen el sacrificio y la concentración. Y Óscar se dio cuenta", comenta Arévalo. "Porque uno de los entrenamientos fundamentales es el psicológico. Hay que estar preparado para cuando caigan los palos, algo muy habitual en este puesto. Es lo que les pasa a quienes lo ocupan. Y, si no, ahí está el error de Abbondanzieri [contra el Bayern de Múnich, en la Copa de la UEFA]", concluye.
A Ustari también le persiguen las sombras. Su debut en la Liga, precisamente ante el Valencia en la quinta jornada, no pudo ser más desafortunado (2-1). Mestalla presenció cómo regaló el primer tanto a Silva y, a continuación, salió precipitadamente provocando una vaselina de Villa. Michael Laudrup, por lo general tan comedido que es casi imposible pillarle en un renuncio, no se cortó entonces la lengua: "Ha tenido una noche tan mala que esperamos y rezamos para que el Pato esté listo para el siguiente partido".
"Eso ya forma parte del pasado", esgrime Arévalo a favor de Ustari; "no estaba acostumbrado al trabajo táctico. Hemos corregido su posición, como se vio contra el Zaragoza. Villa le metió esa vaselina porque estaba muy atrasado y quiso salir a taparlo. El domingo hubo una acción similar con Oliveira y salió del área a despejar la pelota".
"Ustari debe servir como relevo generacional", asiente Santiago Llorente, el director deportivo. En las oficinas del Coliséum Alfonso Pérez recuerdan que el campeón del Mundial sub 20 de Holanda 2005 estuvo "a un pelo de irse cedido". Incluso Laudrup renunció a utilizarle en diciembre contra el Almería "para que no cumpliera el quinto partido con el Getafe y pudiese jugar en otro equipo español; claro, no se le iba a cerrar una puerta". "Tiene opciones en España y en el extranjero. La decisión es suya", aventuraba Torres.
Ustari captó el mensaje. Dejó atrás "el juego más lento" de Suramérica. Trabajó "el uno contra uno y la continuación de las jugadas" para que no anotase la segunda línea. Incluso hizo sus pinitos como hombre libre. "No tiene nada que desmerecer al Pato. Los dos juegan muy bien el balón con los pies", afirma Tena.
"Si antepongo mi interés personal al del equipo, me estaré equivocando", constata Ustari. Su actitud es radicalmente distinta a la que mostraba cuando se planteó su marcha. "Se hace difícil, cuando se viene de un club en el que se es un referente y se juega todos los domingos, saltar al césped cada tanto tiempo. La verdad es que no es muy cómodo", decía entonces con indisimulada pesadumbre.
Por si acaso, Belenguer no le quita el ojo de encima. "Somos vecinos en Boadilla. Así que le tengo controladísimo", se ríe el capitán.
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