Otros 80 militares toman el relevo

Elvia Marina Tez levanta con timidez su cámara de vídeo entre los periodistas para registrar la partida a Kosovo, en misión de paz, de su hijo, el soldado Edison Ramírez, de 25 años y ecuatoriano como ella. No derrama una lágrima, aunque confiesa estar "un poco inquieta". Elvia es empleada de hogar, y su esposo trabaja en la construcción. Llegaron a España en 2000. Dos de sus tres hijos trabajan en las fuerzas armadas españolas. Edison se estrenó ayer en el extranjero y su hermano menor, Eduardo, de 27 años, está enrolado en la base de Son Sant Joan, en el aeropuerto de Mallorca, desde la que salieron 80 de los 230 militares de la Agrupación Baleares II. El porcentaje de extranjeros en las fuerzas armadas asciende ya al 7%.

Llevan unos 60 kilos de equipaje en los petates. "La suerte es lo único que no nos llevamos. De lo demás, tenemos de todo", ironiza el comandante general de Baleares José Emilio Roldán. "La zona de acción de España es totalmente tranquila", opina el coronel Conde. "No es una despedida. Es un hasta luego. Volveremos", dice Susana, de 26 años, con tres años en filas, al salir en su primera acción de paz. El brigada Orlando Moya, manchego de 41 años y más de 20 de uniforme, asegura que mantiene "la ilusión y el gusanillo de la incertidumbre ante el viaje".

Yeimi Otaora, colombiana de 22 años, también en su primera misión, se marcha sin miedo: "Ya vine de otro país, dejé el mío y voy a otro. No es nada extraño ni difícil".