Pasión e ideología
Cielo de la mañana, cielo ancho de helicópteros y vacío de nubes; la lluvia, ya lo ha dicho el consejero del ramo, es una oración roja a la Virgen de Montserrat, papisa negra de la burguesía. Hace su vuelo bajo un helicóptero que está fotografiando Barcelona con la agitación de sus brazos en cruz. Algunos peatones se detienen para mirarlo, y un señor con gorra de fieltro exclama: "¡Esto parece Saigón!". Y en la sala de exposiciones de La Capella, en la calle del Hospital, 56, se han declarado cinco guerras, o cinco proyectos para una guerra mundial contra el orden y contra el mundo, que son los cinco proyectos de obra presentados a la convocatoria de este año de BCN Producció. La exposición la comisarían Amanda Cuesta, Eloy Fernández Porta y Martí Manen, y en ella lo que se ve nada más entrar son los vídeos de Rubén Grilo, que ha hecho un cásting para encontrar su doble imaginario, acaso porque aspiramos a permitirnos un yo de segunda residencia. Tiene más de poeta quien inspira que quien está inspirado, y por eso ésta es una exposición llena de poesía. Hay poesía, por ejemplo, en los proyectos inacabables de máquina que Ana García-Pineda propone recurriendo al sistema más sencillo, que es el de una nota pegada a la pared: "máquina para que la humanidad sea un número par", "máquina para que pase ya de una puta vez". No existe más religión que la de nuestro tiempo y no existe más arte tampoco que el de nuestro tiempo. El arte de hoy es la ambigüedad entre obra y vida, la indeterminación entre obra y biografía. Job Ramos, que quiere abordar la familia, no como exegeta sino como miembro de ella, ha proyectado un vídeo a partir de degradados de colores planos sacados del test de Predictor, y también ha proyectado ampliar una tomografía axial computarizada, una TAC, del corazón de su madre, y escribir debajo: "Vengo de allí". El conocimiento poético es periférico, el poeta piensa por analogía, su verdad nace de la intersección, de la comparación de dos mentiras. Hay en el proyecto de Carlos Albalá y de Ignasi López un discurso de descampados cruzados, de paisajes periféricos procedentes de Madrid y de Barcelona, de edificios abandonados a medio hacer, que buscan el universal de la periferia, donde la vida resiste a la belleza. La resistencia es la infancia y el mundo es un río espeso que se aleja cada vez más deprisa del origen del universo. El artista político es más útil que el propio arte, del mismo modo que el pan es más útil que la poesía. De Efrén Álvarez hay, al fondo de la sala, formando un pasillo que ha querido darle la espalda al mundo, un espléndido mural dibujado a lápiz. Es el organigrama de la política catalana, un organigrama complejo, doblemente estructurado, de cabezas de políticos cortadas e interconectadas mediante un circuito intestinal, que se vomitan unas a otras como se vomitaban las criaturas del Bosco, y que habla de política en el sentido íntimo de la palabra, que traza el mapa de las relaciones internas del socialismo catalán sobre un plano simbólico de la ciudad de Barcelona, donde las Ramblas son una espada que exige su víctima y el puerto es el muro de una cárcel con sus garitas de vigilancia y sus cámaras de vídeo. Es un mural minucioso, quiero decir, de intención minuciosa, como fue minuciosamente radical Pasolini; es un mural de un radicalismo político y sexual, donde aparecen, por ejemplo, dos periodistas muy famosos representados como budas defecantes, y donde el poder se desplaza sodomizando sus centros de interés o de prestigio, igual que una pulga invisible se catapulta enérgicamente de un punto a otro. Pues bien, en este pasillo me he arremolinado con los visitantes y he recordado que todo en la vida es pasión e ideología.
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