Baltasar reitera que su proyecto es el Segre y ERC lo desautoriza
El consejero dice que el Gobierno central no ha hecho propuesta alguna
El consejero Francesc Baltasar compareció ayer en la comisión de Medio Ambiente del Parlament para explicar las medidas contra la sequía. Le llamaron de todo menos guapo. Y eso que el diputado de ICV Daniel Pi hizo una exposición rigurosa de las medidas adoptadas en el último año y que Jordi Terrades (PSC) se mantuvo cortés: no habló del Segre, ni para apoyarlo ni para rechazarlo, pero recordó la oportunidad de comprar agua a los regantes. Quien sí rechazó el trasvase del Segre fue Laura Vilagrà (ERC). Baltasar, en cambio, reiteró que el trasvase del Segre sigue siendo el proyecto del Gobierno porque no se conoce otro que cumpla las tres condiciones necesarias: que sea reversible (es decir, desmontable), que pueda estar listo antes de octubre y que no acarree males mayores. El titular de Medio Ambiente añadió que el Gobierno central no ha presentado al Ejecutivo catalán ninguna propuesta y que posiblemente lo hará una vez se haya nombrado el nuevo Gobierno.
De momento se han adoptado diversas medidas (desde abril del pasado año, cuando se promulgó el primer decreto de sequía) que han permitido diversos ahorros. Si no fuera por eso, ahora los embalses estarían por debajo del 10% y las restricciones serían casi obligatorias ya. Baltasar desgranó las medidas: desde recuperación de pozos al ahorro ciudadano, pasando por la reutilización y, finalmente, las restricciones en el uso, sin llegar, de momento, a cortes domésticos. Enumeró también las medidas de futuro, entre ellas, el transporte de agua en barco desde Tarragona, Marsella y Almería. Una solución muy cara, reconoció, pero más caras serían, dijo, las restricciones domiciliarias.
CiU confiaba en poner al consejero en un brete con dos asuntos: la ocultación del proyecto del Segre debido a la existencia de las elecciones y la negativa del Gobierno catalán a debatir siquiera sobre el trasvase del Ródano. Al final, la carga más profunda ("un golpe bajo", en expresión del diputado de Ciutadans, José Domingo) le llegó de Esquerra Republicana. Laura Vilagrà tuvo una intervención errática. Consumió los minutos en vaguedades y cuando ya había agotado el tiempo, como el que no quiere la cosa, soltó: "el Segre no es la mejor opción, hay otras alternativas". No dijo cuáles.
Ramon Espadaler (CiU) atacó a Baltasar por todos los flancos. Primero, por la ocultación del proyecto. Luego, por afirmar que ignoraba el proyecto de transportar agua del Ebro a Barcelona por la AP-7, cuando unas horas antes José Montilla había reconocido en Marruecos que sí estaba al tanto del plan, aunque añadiera que presentaba dificultades de calendario. "Usted ha engañado al Parlament, a los alcaldes, al país y hasta a su partido", le dijo Espadaler e insistió: "Y lo ha hecho a conciencia, mientras dejaba que caducaran otras opciones para las que ahora dice que están fuera de plazo". Y añadió que Baltasar actúa así porque el tripartito no tiene "ni puede tener" política del agua. Se refería a las discrepancias entre las tres formaciones que dan apoyo al Gobierno catalán. Laura Vilagrà fue quien remachó el clavo.
Espadaler sacó también a colación el trasvase del Ródano, para hurgar en la diferencia entre el Ejecutivo catalán y la aceptación del debate por José Luis Rodríguez Zapatero. Sólo cosechó rechazos. ERC, PSC e ICV insistieron en "no mezclar" el debate del largo plazo con la urgencia que provoca la sequía.
En su respuesta, Baltasar dijo a la diputada republicana que esperaba hablar más con ella para convencerla de la idoneidad de la medida, partiendo, eso sí, de que ni ella quería el trasvase del Segre ni "yo tampoco", dijo, para insistir en que se trata de la última de las medidas excepcionales. "Si no llueve", dijo, "hará falta aportaciones de las cuencas exteriores. Las internas no serán suficientes".
Entre el público estaba la teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona Imma Mayol. Santi Rodríguez (PP) sugirió que había ido en calidad de sustituta de Baltasar. El consejero se enfadó mucho con la alusión.
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