Fetos
Muestran en la tele el homenaje a los treinta gloriosos años de los superprofesionales GEO. Y flipo con la eficacia y el sentido de la acción que demuestran en las imágenes promocionales. Cuentan que son los implacables guardianes de la seguridad, pero aclaran que su celo está concentrado en la seguridad de las embajadas españolas. Y digo qué lástima, ya que en las variadas visitas que han hecho los cacos a mi humilde casa, o a las de algunos vecinos, o a las de gente que conozco, la inmediatamente avisada policía nunca ha logrado trincar a los invasores ni su botín. Pero esos ancestrales retrasos imagino que encuentran su excusa en la densidad del tráfico o en la abrumadora distancia entre las comisarías y el lugar del delito. Seguro que los geos son mucho más rápidos, pero, claro, no puede haber geos para todos, para cositas tan livianas como que los ladrones se hayan encaprichado con tu madriguera.
Veo imágenes del escritor Barry Gifford leyendo en Sevilla extractos de su libro Memorias de un barco que se hunde. En una pantalla subtitulan al español sus palabras y leo: ?Los policías no son tus amigos?. Mi consciente y mi subconsciente andan hoy demasiado alborotados con el mismo tema.
Cuando me entero por este periódico del acorralamiento que han sufrido por parte de las fuerzas del orden las diabólicas y lapidables abortistas, mi mosqueo ante determinados uniformes corre el peligro de hacerse crónico. Y me pregunto si el suave izquierdoso Zapatero va a continuar siendo tan comprensivo u olvidadizo con los espíritus píos que pretenden crucificar a las pecadoras que asesinan a sus fetos, con los aullidos públicos y los desmanes privados de los clérigos, con los que les niegan a los enfermos terminales y enloquecidos de dolor la sedación o el final de su tormento. Qué cobarde resulta su prudencia o su escaqueo ante la Iglesia como Dios manda el aborto, la eutanasia, el trabajo basura. Siempre pensando en los amados votantes.
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