Partidos inestables
La legislatura que se abre esta semana con la sesión de investidura del presidente del Gobierno tendrá un arranque peculiar, debido, sobre todo, a un cierto clima político de inestabilidad, provocado por las incógnitas que rodean a varios de los principales partidos de la oposición, y que no se resolverán, en la mayoría de los casos, hasta el verano. Es posible que haya sido esa vacilación sobre la marcha política de los diferentes grupos lo que haya llevado a Rodríguez Zapatero y al PSOE a plantearse la posibilidad de una elección presidencial en segunda vuelta parlamentaria, sin negociar apoyos estables con ningún partido ni coalición. Eso explicaría también la ligera sensación de despiste que rodea este inicio de legislatura: ¿cuál será el enfoque que le dará el presidente del Gobierno a estos cuatro años?, ¿en quién se apoyará para llevar a cabo ese proyecto?
La legislatura se abre con un cierto clima de inestabilidad política tanto en el PP como en CiU, ERC o PNV Expectación en el PP ante la intervención pública, este lunes, de la poderosa presidenta de la Comunidad de Madrid
En lo único en lo que todo el mundo parece coincidir es en la necesidad de que Rodríguez Zapatero dé un gran contenido económico a su discurso de investidura. Se supone que el primer Consejo de Ministros aprobará, quizá por decreto-ley, un paquete de medidas para hacer frente a la anunciada crisis económica, y lo lógico sería que el candidato a presidente del Gobierno explicara ya ante el Parlamento, con detalle, qué piensa hacer y cómo cree que se van a desarrollar las cosas en los próximos meses. Del resto de los temas pendientes parece difícil que la sesión de investidura permita anticipar grandes novedades.
No es muy probable tampoco que el líder de la oposición, Mariano Rajoy, ofrezca un discurso distinto del que ha formulado durante las pasadas elecciones. El discurso de investidura tiene siempre un claro protagonista, y no merece mucho la pena disputarle los focos al candidato a presidente del Gobierno. Rajoy insistirá, sin duda, en la mala situación económica, y renovará su oferta de pactos para combatir el terrorismo y para sostener una política exterior y europea de Estado. Quizá incluso aproveche la ocasión para recuperar el tono político tras su pésima intervención ante la junta nacional de su partido, el pasado lunes. Rajoy mostró una extraña mezcla de determinación (con el arriesgado, importante y muy personal nombramiento de Soraya Sáenz de Santamaría como portavoz parlamentaria) y de desánimo, con un balance pobretón de los resultados electorales.
La mayoría de las incógnitas que rodean al PP y a Rajoy no se despejarán, sin embargo, hasta el congreso de junio. Hasta entonces, lo más probable es que el PP atraviese unos meses complicados, con focos de tensión que se irán apaciguando si Rajoy demuestra tener unas ideas claras sobre lo que desea hacer y con quienes, o que se avivarán en cuanto Rajoy dé muestras de debilidad o coseche el menor fallo electoral (los comicios gallegos en 2009 serán posiblemente el momento más decisivo para las verdaderas opciones del dirigente popular). Por ahora, la atención se centra en otras cuestiones. Por ejemplo, en la intervención que tendrá mañana, lunes, Esperanza Aguirre en un acto organizado por el diario Abc. La posición de la poderosa presidenta de la Comunidad de Madrid, 24 horas antes de que se abra la sesión de investidura, despierta en el PP todo tipo de especulaciones.
La inestabilidad interna de los partidos no afecta sólo al PP. Los nacionalistas catalanes, versión CiU o ERC, tienen también por delante, en verano, dos difíciles congresos de los que tienen que salir decisiones importantes. Más agitada todavía está la situación en el PNV. Los socialistas no saben lo que está pasando entre Íñigo Urkullu, Joseba Egibar y Juan José Ibarretxe, y probablemente no puedan despejar sus dudas hasta mayo, cuando el lehendakari acuda a visitar a Rodríguez Zapatero. ¿Se ratificará en su plan? ¿Ofrecerá una retirada? ¿Hasta qué punto y a cambio de qué? Imposible hacer planes con el PNV hasta despejar ese balón lo más lejos posible.
PD. En la pasada legislatura, lo primero que hicieron los responsables del Congreso de los Diputados fue algo que se parecía mucho a un fraude de ley: el Partido Socialista "prestó" dos diputados a Coalición Canaria para que pudiera formar un grupo parlamentario propio (con lo que ello significa económica y políticamente). Inmediatamente después, los dos diputados socialistas se volvieron a su "casa", pero los canarios ya pudieron quedarse con "su" grupo. En esta legislatura, Izquierda Unida y ERC han podido formar grupo propio gracias a que se les han unido los diputados del Bloque Nacionalista Galego. Es de esperar que ahora no se produzca el mismo número y que los diputados del BNG no se vuelvan después al Mixto. A los políticos españoles les ha parecido siempre que todo esto no tiene la menor importancia, pero la verdad es que ya es hora de acabar con este tipo de fraudes y de actuar en el Parlamento con un mínimo de pulcritud democrática. -
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