"La especulación financia la política de territorio de la Administración"
El arquitecto Antonio Escario ingresa en la Academia de San Carlos
Antonio Escario restauró La Nau, la sede histórica de la Universitat de València, y levantó el Hotel Bali III de Benidorm, el gigante de hormigón de 210 metros que fue durante un tiempo el más alto de Europa. Escario (Albacete, 1935), "un arquitecto de acción", como se describió hace años en este periódico, ingresó ayer en la valenciana Real Academia de Bellas Artes de San Carlos.
El autor del hotel Bali alerta de "la disolución de los barrios"
En el discurso de toma de posesión repasó la historia de la "arquitectura real" (a la que diferenció, sin atribuirle ningún matiz peyorativo, de la "arquitectura mediática y del espectáculo global"), desde la época de Marco Vitrubio (siglo I antes de nuestra era). El eje de su reflexión se ciñó, sin embargo, al aquí y ahora. Unas coordenadas, dijo, donde "la especulación sobre el suelo acaba convirtiéndose casi en el único motor del urbanismo. Y donde los poderes públicos llegan a asumir la especulación y sus plusvalías como elemento financiador de su política de territorio".
Escario, autor de una veintena de edificios en la fábrica turística de Benidorm y de la torre Ripalda de Valencia (conocida como la Pagoda, frente a los Jardines de Viveros), entre otros proyectos, atacó, sin citarlos, a los Programas de Actuación Integrada, los PAI: "Dolosos instrumentos que ponen las decisiones sobre el territorio en manos del capital, consiguiendo arrebatarle la iniciativa a los propios dueños del suelo e incluso de la propia Administración. Así, la especulación acaba finalmente convertida en el primer deformador de la transformación urbanística".
El arquitecto defendió los barrios, "los módulos esenciales del urbanismo como identidad urbana", aunque sin mucho optimismo. Asistimos, dijo, a su "disolución", en parte por la consolidación de conjuntos de construcciones en los que han desaparecido "los usos y costumbres" de los vecinos. Donde sus habitantes necesitan "utilizar el automóvil para todo. En una lógica vital casi opuesta a la que generaba el modelo de equipamiento urbanístico y comercial integral del barrio, que ha articulado las mejores formas de ciudad y convivencia ciudadana hasta mediado el siglo XX".
Un proceso que, frente a la "buena arquitectura" ("capaz de proporcionar identidad al lugar"), genera ambientes intercambiables: "Si tomas una foto de muchas de las calles construidas recientemente, no se puede decir a qué ciudad pertenece. Es una arquitectura impersonal, tanto en la ciudad en que se ubica como en el arquitecto que la concibe".
Analizó la idea londinense de "densificación": Fijar límites a la ciudad y no dejarla crecer ni un palmo hasta haber agotado la regeneración del centro urbano; y los graves problemas causados por el modelo opuesto: el de los gigantes guetos de extrarradio de París. Escario acabó su discurso pidiendo a los arquitectos que no "abdiquen", y con un elogio de la "contención", una de las primeras funciones del urbanismo, "cuyo mayor soporte", recordó, "es la legislación urbanística y los planes generales".
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