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Reportaje:Ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones

Rijkaard afronta la cuenta atrás

El técnico, instado a reaccionar, dice que no le afecta que se hable ya de su sustituto

Frank Rijkaard invita muchas veces a que se le tome por un tipo distraído, alejado de la realidad. Así que sus gestos y sus palabras hacen pensar que vive en una empanada permanente. Pero quienes trabajan con él le definen como observador, tranquilo, listo y paciente.

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"Dará la sensación de que no se entera, pero las caza al vuelo", sostiene Juan Carlos Unzue. A los dos les cazó una cámara de TV-3 camino de Alemania. "Buen paracaídas", dijo el ayudante sobre la mochila que cargaba el técnico, quien, según la interpretación de la cadena, le respondió: "Me quedan dos días". "No; le he dicho que tenía cosas en mi bolsa para dos días", aclaró luego Rijkaard en la rueda de prensa en Gelsenkirchen. "Lo digo en serio", añadió divertido. Nada que ver su semblante con el del sábado tras perder ante el Betis: "Es normal. Las derrotas hay que digerirlas".

Sabe Rijkaard que vive en la cuenta atrás. Las imágenes de TV-3 son reveladoras del panorama que afronta. Txiki Begiristain le invitó el domingo a una reacción. "No es hora de palabras. La gente quiere hechos", dijo el director deportivo hablando por boca de la institución.

La idea que Joan Laporta vendió de lo que debía ser el entrenador cuando era candidato a las elecciones la personalizó Rijkaard haciendo compatible un estilo de juego, de club y de concepto futbolístico al que los títulos dieron validez. Un estilo que ahora se cuestiona más allá de la figura del técnico, por mucho que Begiristain trate de convencer a los directivos de que el camino pasa antes por gente como Laudrup, Valverde o Guardiola que por otra de corte duro, como Mourinho, presentado como la reencarnación de Michels y Van Gaal juntos. "A veces es mejor ser justo que duro", insiste Txiki; "no es blando, pero con frecuencia prefiere no encarar los problemas, sino dejar que se diluyan". Pero ahora quien puede diluirse antes de terminar el curso es él mismo.

No siendo la primera vez que Rijkaard comparece en un cruce de caminos semejante, sí lo es la posición de debilidad del presidente, por lo que el holandés parece ahora más débil que en el invierno de 2003, seis meses después de llegar al cargo. Entonces viajó a Mallorca con la maleta preparada para volver a Amsterdam, pero Laporta se sentía fuerte y pudo defenderle con vehemencia.

A Laporta le gustaría irse de la mano de Rijkaard al término del curso próximo, cuando el uno acaba mandato y el otro contrato, pero los dos saben que la situación ha llegado al final y que del 30 de junio no pasa. Si llega. El presidente ya ha bajado con un maletín lleno de dinero al vestuario ofreciendo una prima por llegar a la final de la Copa del Rey y quien entra con dinero entra con una carta de despido. Rijkaard lo sabe, pero insiste en hablar de voluntad, compromiso y ganas de hacer las cosas bien y dice mantenerse al margen de "las cosas de los periodistas": "Entiendo que pasen, pero no me afectan". Por mucho que ayer un periódico deportivo le diera el ultimátum y otro apostara por Guardiola como único recambio posible, Rijkaard alega no sentirse cuestionado. "No pasa nada. Es normal que digan esas cosas", desdramatizó.

"Ha reaccionado bien", apuntó Unzue. "No va a ayudar quedarnos en la tristeza", razonó. "No encontraremos un tipo más sensato", le señala un veterano empleado del vestuario. El final ya es para Rijkaard una cuenta atrás.

Rijkaard está entre los entrenadores más famosos en lalistaWIP

Frank Rijkaard, a su llegada ayer a Alemania.
Frank Rijkaard, a su llegada ayer a Alemania.REUTERS

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