Entre la espada y la pared
El Barça afronta ante el Schalke un partido de capital importancia en una situación de precariedad e inestabilidad
Hay pocos partidos más esperados que los cuartos de final de la Liga de Campeones y, sin embargo, llegada la cita, el Barcelona se enfrenta hoy en Gelsenkirchen a una jornada más preocupante que festiva. El dramatismo le puede a la excitación por la precariedad e inestabilidad que vive el equipo azulgrana con el entrenador a la cabeza.
Rijkaard se la juega hoy después de que el Barça haya quedado descolgado de la Liga y eliminado de la Copa. Una vez que la política conceptual de la directiva del power point ha quedado superada por los resultados, se imponen las personas y en el fútbol, cuando las cosas van mal, se apunta a la cabeza del técnico.
El conjunto alemán es superior físicamente y domina las jugadas de estrategia
La intención de Laporta es alcanzar mayo con Rijkaard en el banquillo y revisar después la nómina de jugadores para regenerar el proyecto. El objetivo precisa una respuesta positiva en la Copa de Europa. Así que hay que pasar el mal trago del Schalke antes de batirse con honores con el Manchester United o el Roma en unas semifinales tan pomposas que seguramente permitirían llegar al verano sin pañolada. El emparejamiento con el cuadro alemán fue recibido en su día con algarabía en el Camp Nou. Hoy, en cambio, cualquier rival menor aparece como un ogro que transmite malas sensaciones y no genera confianza. El partido más sencillo puede ser un calvario.
El Schalke es posiblemente más enemigo que el Almería o el Betis y, aunque al Barça le avala la condición de invicto, el choque de hoy en el moderno Veltius Arena (62.000 espectadores) pinta complicado. La hinchada aprieta y el Schalke, tercero en la Bundesliga, es superior físicamente -promedia 1,85 metros de estatura- y domina la suerte que peor les sienta a los azulgrana, las jugadas de estrategia -el 40% de sus goles son a balón parado-, pese a que no podrá contar con su lanzador de seda, Rakitic, ni con el todopoderoso volante Jones. Las reapariciones de Márquez y Milito ayudarán en la defensa, pero el problema del Barça no es sólo su fragilidad, sino también su personalidad.
Faltos de liderazgo, concentración, control de juego e intensidad, los azulgrana afrontan un partido capital sin Deco, Messi ni Ronaldinho, circunstancia que expresa lo mal que se están haciendo las cosas. Messi está lesionado, Deco se recupera despacio y el único vínculo que mantiene Ronaldinho con el club es su contrato, puesto que no figura ni en la lista de convocados ni en la de bajas. Ronnie, que llevaba 21 partidos ininterrumpidos en la competición, ha dejado de ser el único blanco de la crítica. La presión se traslada a Rijkaard, que aparece como cordero degollado, entregado a los jugadores, consciente de que su debilidad debilita también al presidente, su gran valedor.
Más que un plan B, necesita el Barça un revulsivo. Así que el reaccionador que haga reaccionar al equipo buen reaccionador será, extremo nada fácil porque la junta no toca nada, el entrenador no hace nada y el equipo no juega a nada y asegura el refrán que, si no se toman decisiones, se pierde la autoridad.
El barcelonismo aguarda a que la fanfarria de la Champions actúe como despertador y el equipo pueda llegar de la mejor manera al final de la temporada para tomar las decisiones aplazadas desde hace un año.
Rijkaard está entre los entrenadores más famosos en lalistaWIP
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