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Reportaje:

Retrato de una mujer acosada

La funcionaria que denunció al alcalde de Dozón relata su calvario

En 1999, los vecinos de Dozón tuvieron la posibilidad de elegir a su futuro alcalde entre varios candidatos por primera vez en ocho años. En los comicios anteriores, en 1995, Adolfo Campos Panadeiro, del Partido Popular y que suma 20 años en el cargo, encabezaba la única lista aspirante. Cuatro años después PSOE y BNG consiguieron conformar sus propias candidaturas. Hubo quien lo pagó entonces y lo sigue haciendo ahora.

Nueve años de acoso y una treintena de sentencias que anulan las resoluciones "arbitrarias" de Campos, -según consta en los fallos- no han variado apenas la situación laboral de Ana Lois Navaza, funcionaria del Ayuntamiento, donde es delegada de la CIG. En aquellos comicios del 99 formó parte de la candidatura del BNG de número 11 "en plan testimonial", recuerda y, a partir de entonces, su vida se transformó en un rosario de juicios y visitas médicas que tiene pocos visos de cambiar. Todo, a pesar de la última condena a Campos, ésta de nueve años de inhabilitación por prevaricación, que a nadie parece sonrojar en el PP. "Todavía no es firme", alegan. Cierto es, pero también que le preceden unas cuantas ya en ese mismo sentido, además de un informe de Inspección de Traballo de 2005 advirtiendo de un posible acoso laboral y otro del Valedor do Pobo, de 2000, en el que le instaba a ser "respetuoso con los derechos de los funcionarios".

"Leo, llevo el portátil y juego con el móvil; no trabajo desde hace nueve años"
El acusado publicó bandos en los que la llama "trucutrú', gentuza y non grata"

"Yo iba cerrando la lista del Bloque y, al cabo de unos días, me comunican el cambio en mi puesto de trabajo: a mí me manda a un despacho en la planta baja. En ese momento, él da órdenes de que una trabajadora me quite todo el material, también la máquina de escribir, y ya no se me permite la entrada a las oficinas generales donde trabajé toda la vida. Me lo tomé muy mal", señala. Campos la envía a un despacho que hasta noviembre carecía de teléfono, calefacción y electricidad, según confirma la sentencia. Una mesa, dos sillas, una estufa, un armario desvencijado donde guarda un abrigo en una bolsa "por si acaso", una máquina de escribir que no funciona y una aspiradora componen el mobiliario.

En estos años ha habido de todo: "Un día llegué y la puerta que es de madera, normal, me encuentro que tiene mirilla para ver desde las oficinas hacia donde estaba yo". Presentó una demanda "para que la retirase y al día siguiente ya habían colocado una puerta de cristal". "Llevo esperando ocho años por la apertura de un juicio oral", afirma y prosigue: "Me robaron el derecho a la maternidad porque llevo en tratamiento psiquiátrico y farmacológico desde hace nueve años y tengo una menopausia precoz desde los 38 ocasionada por toda esta tortura".

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"Este señor pretendía que estuviera siete horas y media todos los días de brazos cruzados", ya que le prohíbe llevar material propio. "Ahora leo libros, llevo el portátil, juego con el móvil o escucho la radio. No trabajo desde hace nueve años", concluye. Apunta que "lo duro que es estar en el mismo edificio con tu acosador cada día". La "animadversión" del alcalde la atribuye la jueza a que "no piensa lo mismo que él y por pertenecer a un partido político con ideas contrarias al suyo". Algo que se plasmó en resoluciones, anuladas por el juzgado, que afectaban a pausas de jornada, lugar de trabajo, remuneración o sanciones. Más allá de eso, el alcalde ha publicado bandos municipales insultando a la funcionaria, a quien se refiere como "la trucutrú" y la tacha de "gentuza" o "persona non grata".

Ana Lois aprovecha la media hora del café, minutada, para explicar su calvario. El tiempo pasa rápido y anuncia: "Lo siento mucho pero se acabó el tiempo y me pueden abrir otro expediente. Sería el quinto y no quiero dar motivos". De vuelta al Ayuntamiento, el Jaguar del alcalde, con los cristales tintados, está aparcado junto a la puerta. En el bar comentan con sorna: "Hace tiempo que no le veo el Mercedes, a veces creo que estoy en Marbella". Ana Lois baja la mirada y susurra: "Ya está aquí y, así, todos los días".

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