Camps propone un Jaume I sin Cataluña, Aragón ni las Baleares
El homenaje al monarca en Poblet no contó con la presencia del presidente
El presidente de la Generalitat de Valencia, Francisco Camps, fue ayer el único máximo representante político de los territorios que formaron la Corona de Aragón que no participó en la celebración del 800 aniversario de Jaume I, el rey que conquistó Mallorca y Valencia. Camps delegó su representación en la consejera de Cultura, Trinidad Miró, quien asistió como mera espectadora a un homenaje en el monasterio de Poblet (Tarragona), donde reposan los restos del Conquistador.
Fuentes de Presidencia de la Generalitat de Cataluña aseguraron ayer que Camps había alegado "motivos de agenda" para no asistir. Sin embargo, un portavoz de la consejería valenciana de Cultura detalló que el presidente, Francisco Camps, había delegado en Trinidad Miró como "máximo representante" del año que Valencia dedicará a Jaume I y cuya organización, bajo la tutela de Miró, pretende ofrecer una visión de Jaume I como "creador del Reino de Valencia y de la identidad del pueblo valenciano" sin la presencia de representantes de Aragón, Cataluña ni Baleares.
El padre abad del monasterio de Poblet, Josep Alegre, abrió ayer el homenaje a Jaume I precisamente refiriéndose a la ausencia del presidente valenciano. "Siento mucho no haber podido contar con el presidente. Me consta el profundo amor del pueblo valenciano por Jaume I". Alegre añadió en su apología del Conquistador que "un pueblo que no ama sus tradiciones y su lengua pierde sus raíces, que es la antesala de su muerte". El abad destacó la figura del monarca "expandiendo y unificando los territorios de habla catalana", pero insistió en el "respeto a la identidad de cada autonomía".El presidente balear, Francesc Antich, y el catalán, José Montilla, analizaron el legado de Jaime I en sus intervenciones de forma muy coincidente. "Aún persisten vínculos culturales y lingüísticos", señaló Antich, mientras que Montilla -que ayer no quiso atender a los medios de comunicación- recordó que Jaume I "nos reunió en el pasado y nos reúne aún. Hicimos juntos una parte de nuestra historia". Montilla ahondó en las referencias a la "historia común" de los cuatro territorios y dijo que "este recuerdo admirado nos ata y nos une". Estos vínculos, para el presidente catalán, deberían fortalecerse para proyectarse al exterior. "De nosotros depende que podamos escribir nuevas páginas libremente y en igualdad", dijo, para añadir luego que "juntos somos más fuertes y llegamos más lejos".
Marcelino Iglesias, el único que usó el catalán y el castellano en su alocución, subrayó la "búsqueda del pacto" que practicó el monarca, que creó órganos de gobierno con personalidad propia en aquellos lugares conquistados. Iglesias abogó por la "solidaridad y la garantía de derechos de todos", y terminó por pedir que estos viejos vínculos sirvan para menguar la crispación y que "entre vecinos" puedan solventarse polémicas como la gestión del agua, los archivos de la Corona de Aragón o la fractura entre las diócesis de Lleida y de Barbastro. "Queremos mantener la amistad y la cooperación", apostilló el aragonés.
Durante estas intervenciones Miró no tomó la palabra y su participación en el homenaje se limitó a escuchar los discursos sentada junto a varios consejeros del gobierno catalán y otras autoridades. Sí que participó en la ofrenda floral que los tres presidentes autonómicos y ella dejaron en la tumba del rey. Montilla, Antich, Iglesias y también Miró presidieron juntos un breve baile de gigantes en las puertas del monasterio que cerró el acto. Fuentes de la consejería valenciana de Cultura lamentaron haber recibido el protocolo del acto sin apenas tiempo para estudiarlo y justificaron que Miró no interviniera en los parlamentos porque "no la habían invitado" a hacerlo.
Fue el director del departamento de Historia Medieval de la Universidad de Barcelona, Antoni Riera, quien glosó la vida de uno de los reyes más recordados de la antigua corona. Nació en Montpellier, en 1208, educado en occitano y francés antes de aprender catalán con los templarios en Monzón (Aragón), donde los historiadores sospechan, según Riera, que también aprendió las artes militares. Los 66 años de duración de su reinado sirvieron para expandir en un 30% los límites territoriales de su reino, que dividió tras su muerte entre sus dos hijos, Pedro I y Jaime II. Riera dijo también del rey que fue el "fundador de un sentimiento nacional" y que su legado "sin duda, tiene futuro".
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