Los coches de época, preparados para el Rally

Surgió en una tertulia informal como idea loca. Con el tiempo se fue consolidando y ha terminado siendo uno los eventos ciudadanos más populares de la temporada primaveral. Medio siglo ha pasado desde la primera edición del Rally de Coches de Época Barcelona-Sitges, que mañana volverá a concitar la atención de miles de personas en su recorrido por las principales calles de la ciudad.

Ayer los vehículos participantes pasaban el control técnico en Montjuïc, donde quedaron expuestos al público. Juan Antonio Samaranch dará el banderazo de la salida de la prueba en la plaza de Sant Jaume, tal como lo hizo en 1957 cuando era concejal de deportes del Ayuntamiento barcelonés.

Hay inscritos 150 coches divididos en cuatro grupos según su época de fabricación (hasta 1908; de 1909 a 1914; de 1915 a 1920, y de 1921 hasta 1924), entre ellos siete que ya tomaron parte en la primera edición, como un rutilante camión de bomberos Delahaye de 1912, propiedad del Ayuntamiento.

Uno de los vehículos más abundantes no podía ser otro que el célebre Ford Modelo T; más elitistas y muy admirados son los Hispano-Suiza, con una veintena de ejemplares presentes. Pero la pieza realmente excepcional este año la aporta Audi, patrocinador de la prueba, venida de su museo de Ingolstad. Se trata del Audi 14/35 Typ C Phaeton que saldrá al frente de la caravana como coche 0. Fabricado en 1911, logró ganar el duro Rally de los Alpes tres veces consecutivas, que entonces fue rebautizado como Alpensieger.

La fama del Barcelona-Sitges ha trascendido fronteras, y son numerosos los coleccionistas y aficionados europeos que desean acudir a él. En esta prueba sólo se puede participar por invitación expresa de la organización (Fomento del Turismo de Sitges, ayuntamientos de Sitges y Barcelona, RACC y Antic Car Club de Catalunya), que elige los vehículos que considera mejor conservados, restaurados y más interesantes desde el punto de vista histórico. Los participantes no van disfrazados, sino vestidos de acuerdo con la época del coche, lo cual da pie a un concurso de elegancia en el que se juzga el acierto del conjunto que forman el automóvil y sus ocupantes.