Botiquín viajero a prueba de percances
Desinfectante y material de cura, tiritas, gasas, amoniaco para uso local, termómetro, crema solar, repelente de mosquitos, algún analgésico... En principio, el botiquín de un viajero adulto sano en ruta hacia un país desarrollado, sin enfermedades endémicas, cabría en un bolsillo. Quien tenga problemas de salud, alergias o se esté medicando debe visitar antes a su médico, incorporar un informe facultativo a su equipaje y llevar la cantidad suficiente de medicación (jeringuillas y agujas desechables si es inyectada) repartida entre la maleta y el bolso de mano (por si las pérdidas). Para quien use gafas, es aconsejable echar unas de repuesto.
El Ministerio de Sanidad ofrece un apartado de recomendaciones en su página web (www.msc.es/lasaludtambienviaja), y recuerda que los aspectos sanitarios de una escapada no deben dejarse para el final, que hay que hacer los preparativos con tiempo, asesorarse con expertos y comprobar la cobertura médica del seguro de viaje.
En el avión.
En los recorridos largos en avión resulta recomendable levantarse cada dos horas, mover las piernas y beber líquidos, para evitar el síndrome de la clase turista, sobre cuya importancia alertó recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS). El jet lag se palía no consumiendo alcohol ni sustancias estimulantes, procurando dormir durante el trayecto y ajustándose al horario del lugar de destino.
Países tropicales.
"Aquí habrá que sumar, al botiquín que llevaríamos a un país desarrollado, protectores solares y repelentes de mosquitos más potentes", prescribe Dolores Herrero, especialista en medicina tropical de la Unidad del Viajero del Hospital Carlos III (www.unidadviajero.sanidadmadrid.org; 914 53 26 72 y 914 53 27 80), que es uno de los tres centros de vacunación internacional que existen en Madrid. El Ministerio de Sanidad emplaza a los viajeros a utilizar estos centros para asesorarse y resolver dudas sobre medicamentos, alimentación, calzado o vestimenta. Herrero recomienda acudir a la consulta con la ruta programada, ya que muchas veces la situación sanitaria de un mismo país varía mucho dependiendo del lugar al que se viaje. Si es zona de malaria o paludismo, habrá que incluir la profilaxis en el botiquín. También pueden ser útiles las sales de rehidratación oral. Así como antihistamínicos para reacciones alérgicas, y antibióticos o preparados antidiarreicos. "Siempre bajo prescripción facultativa", puntualiza la doctora Herrero.
Viajar con niños.
En principio, un menor de un año no debería emprender un viaje internacional largo; y hasta los dos, no debería asomar por un país tropical. "Hasta los 15 meses, no se les pone la triple vírica, que los protege". Ésta es, al menos, la teoría que aconseja Milagros García Hortelano, pediatra de la Unidad del Niño Viajero del Carlos III. En la práctica, muchos viajan por debajo de estas edades. Recomienda una visita previa al pediatra. Y que el niño trague algo, líquido o sólido, durante el despegue y el aterrizaje del avión, sobre todo en el aterrizaje: "No tiene aún desarrolladas las trompas de Eustaquio y su oído sufre más".
"Deberá llevar el informe médico, con la medicación pertinente, en caso de tener algún problema de salud, asma, alergia... Y un botiquín diseñado por un especialista dependiendo de sus características y en función del lugar que vaya a visitar", tercia Lucrecia Suárez, pediatra del hospital Ramón y Cajal de Madrid. García Hortelano enumera su contenido: termómetro; un antitérmico; un antibiótico de amplio espectro, como amoxicilina, mejor en sobres monodosis; protección solar; un repelente de mosquitos... "Puede haber diarrea simplemente por el cambio del hábito intestinal, por lo que conviene llevar sobres, también monodosis, de suero oral, para diluir en un litro de agua". Si el destino es un país tropical, el botiquín ha de reforzarse: la crema solar será de pantalla total; si hay malaria, habrá que incluir quimioprofilaxis, y una hidratante para prevenir la sequedad cutánea que provocan los repelentes antimosquitos más fuertes.
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