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Crítica:EL LIBRO DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El engranaje de la vida

En la contraportada de Cuatro amigos, la novela anterior de David Trueba, hay una palabra que resume bastante bien cierto tono en su narrativa: el romanticismo. Es precisamente este tono el que lima las asperezas psicológicas en los personajes de Trueba. Y el que anuda errores, fracaso y resignación para convertirlos en una materia humana casi doliente. En Saber perder, los dispositivos habituales de David Trueba, diálogos, humor ácido, una lengua literaria que se maneja con envidiable naturalidad y fluidez tanto en la reflexión como en la simulación de las hablas o códigos (en este caso, en el español que se habla en Argentina y en el lenguaje futbolístico), confluirían en una técnica sin alma si no fuera por esa atmósfera elegiaca de pérdida, de desorden anímico que recorre toda la novela, incluso de aceptación de la vida tal como nos llega. Ésta es una novela, como dice su título, de gente que sabe perder. Saben perder el jugador estrella de fútbol que no encandila definitivamente a sus forofos, el concertista que no llegó nunca a la cúspide, la mujer que agoniza en paz consigo misma y con sus seres queridos, el hombre al que abandona su mujer. El viejo que coquetea inopinadamente con el abismo de la indignidad y la ruina material. Y en medio de todo ello, se alza con luz propia el personaje de Sylvia, una chica de dieciséis años que asombra por la madurez con que se enfrenta a las desilusiones y asume sus responsabilidades familiares. En Saber perder se ventilan varias cuestiones, todas ellas síntomas de nuestros días. La voz omnisciente que maneja Trueba no esconde cierta estructura coral, voces, sobre todo cuatro, que se van organizando en pos de un relato pletórico de destinos en busca de su lugar ideal. De esas cuatro existencias, la de Sylvia es la crucial en esta novela. Como si todo el engranaje de la vida que la rodea dependiera de su madurez, de su nobleza y de su bondad. En un momento determinado a Sylvia le regalan un libro; lee las primeras palabras: "Siempre me siento atraído hacia lugares donde he vivido, las casas y los barrios". Es el comienzo de Desayuno en Tiffany's, de Truman Capote. Una gran novela, como decía Arnau Puig, sobre el presente, además de profundamente humana. De alguna manera, Sylvia tiene ese espíritu sin reservas de la Holly de Capote, su espontaneidad desarmante, su infinita ternura. Pues bien, David Trueba ha urdido un complejo relato sobre nuestro presente: sobre la vejez (que tanto nos recuerda al Philip Roth que enuncia en una de sus últimas novelas: "La vejez es una carnicería"), sobre las ilusiones perdidas, sobre la enfermedad, sobre la condición del inmigrante. Y como para que no haya fisuras en el amplio espectro humano que nos describe el autor madrileño, no falta un crimen. No es una concesión para ganarse más lectores. Como tampoco lo son los crímenes en algunas de las más desoladoras comedias de Woody Allen. La técnica narrativa de Trueba se muestra aquí más madura que nunca. Si no vean esa simétrica destreza para el manejo del lenguaje futbolístico como del artístico-musical. El duelo moral que se establece entre Leandro y su amigo Joaquín. La perfecta trabazón entre tono y tema. No hay amargura final en Saber perder. Hay injusticia, hay cierta crueldad psicológica, y física. Pero no amargura. Tristeza en algunos que ganan. Y, sobre todo, la silenciosa sabiduría de los que apechugan con lo que les toca. Una excelente novela.

Saber perder

David Trueba

Anagrama. Barcelona, 2008

521 páginas. 19,50 euros

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David Trueba (Madrid, 1969), fotografiado en San Sebastián en 2006.
David Trueba (Madrid, 1969), fotografiado en San Sebastián en 2006.Jesús Uriarte

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