Carla Bruni acapara toda la atención
Sin menosprecio de la renovada entente francobritánica, fue una belleza de 40 años, ex modelo y cantautora de éxito, quien acaparó la indisimulada atención mediática en el arranque de la visita oficial de Nicolas Sarkozy al Reino Unido. Carla Bruni, tercera y flamante esposa del presidente francés, descendía de la escalerilla del avión dos estratégicos peldaños por delante de su marido para matizar en las fotografías su ostensible diferencia de estatura.
La primera dama de Francia compareció ataviada con un abrigo gris, ceñido en su fino torso con un cinturón negro, y a juego con un gorro al más puro estilo Jackie Kennedy. Los expertos de moda han dado su veredicto: elegante, pero quizás demasiado prudente e incluso monjil. Bruni no tomó riesgos.
El diario Le Figaro le había reclamado desde sus páginas que ofreciera su faceta más "sobria", y la nueva señora Sarkozy no decepcionó con su discreción, que apenas le llevó a intervenir en la animada conversación que mantuvieron el dignatario galo y el príncipe Carlos en la pista de Heathrow. Se presupone que ambos charlaron en francés, porque Nicolas Sarkozy no domina la lengua inglesa, a diferencia de su mujer, fruto de una exquisita educación en el seno de la familia de industriales italianos Bruni-Tedeschi, que acostumbraban a tener en sus veladas a la nobleza europea y a figuras de la talla de Maria Callas o Herbert von Karajan.
Mientras las cámaras de la televisión británica seguían el recorrido de los visitantes hasta el castillo de Windsor -Sarkozy acompañando a Isabel II y su mujer, en un segundo carruaje junto al duque de Edimburgo-, los comentaristas aventuraban que Bruni iba a desenvolverse mejor que el presidente en los rigores de la etiqueta que imponía el banquete real de la noche. Su aprecio por el arte, la música, la literatura y la poesía contrasta con las aficiones más populares de su marido, declarado fan del viejo rockero Johnny Hallyday y del escatológico humorista Jean-Marie Bigard. Pero ese delicioso perfil se veía empañado ayer mismo por la publicación en un tabloide del desnudo frontal de la primera dama de Francia que la sala Christie's subastará el próximo mes en Nueva York. La fotografía, tomada hace tres lustros, ejercía de recordatorio del intenso "pasado" de Bruni, alérgica declarada a la monogamia y con una retahíla de conquistas tras de sí que incluye a uno de los caballeros de la reina, el Rolling Stone sir Mick Jagger. En su colorida biografía destaca el romance con el escritor Jean-Paul Enthoven, a quien acabó plantando por su hijo Raphaël, de quien tiene un vástago de seis años.
El esfuerzo por pasar página marca una visita de Estado que Bruni ha confesado acometer "con pasión", y que hoy le reportará el protagonismo durante un almuerzo que presidirá junto a la esposa del primer ministro británico, Sarah Brown. El acto tiene fines benéficos porque, quién lo diría, la antigua top-model se mira estos días en el espejo de su antecesora, la beatífica Bernadette Chirac.
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