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Columna
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¿Tú en qué problema vives?

Una conocida escritora me contó una vez esta divertida anécdota: la habían invitado a dar una conferencia en una pequeña ciudad; allí, la persona encargada de introducir el acto, que debía de tener muy poca experiencia en esos menesteres, se puso tan nerviosa que, para significar que se trataba de una escritora tan famosa que no necesitaba presentación, dijo que era "impresentable".

Me permito iniciar con humor esta columna -aunque su asunto sea de los que no tienen, en realidad, mucha gracia- como una manera de sumarme a las lecturas en positivo o luminoso de los resultados de las últimas elecciones.

Tras conocerse la victoria del partido socialista, y la muy significativa del PSE, Iñigo Urkullu hacía una oferta a Rodríguez Zapatero para abordar "de manera definitiva la solución del problema político vasco". Yo pensé entonces varias cosas: por ejemplo, que el PNV es especialista en crear problemas como incendios (sin ir más lejos, la consulta del lehendakari, que el propio Urkullu ya calificó en su día de a-legal) para luego proponerse como el principal cuerpo de bomberos. Y también pensé en la anécdota protagonizada por mi amiga la escritora. Porque el problema ("secular" en recientísimas palabras del máximo dirigente del PNV), el problema tal y como lo entiende y difunde el nacionalismo, ya no necesita presentación, es directamente impresentable. Y así lo debe de considerar también la sociedad vasca, si nos atenemos a su reciente expresión en las urnas.

Los auténticos problemas pasan a tan segundo plano que no se ven en las fotos oficiales

Una expresión claramente legible como muestra de rechazo, castigo y hastío frente a los intentos del Gobierno vasco por problematizar la vida política y social de Euskadi, con constantes desafíos y descréditos institucionales, con rancias argumentaciones míticas, con ficticios conflictos de identidad, con pretendidas prioridades de ruptura. Mientras, los auténticos problemas pasan a tan segundo o remoto plano que no se ven en las fotos oficiales de la gestión tripartita, que se diluyen en los discursos públicos y/o se disimulan bajo una purpurina compuesta de generalidades, abstracciones y estadísticas doradas. Y el electorado vasco le ha dicho, mayoritariamente, al nacionalismo gobernante que no está dispuesto a seguirle en ese jalear falsos conflictos, mientras se descuidan las verdaderas necesidades ciudadanas, descuido público que se traduce en el progresivo desagüe de servicios básicos, debates fundamentales y poder adquisitivo que constatamos y padecemos.

El PNV basó su campaña electoral en el ¿Tú en qué país vives?, una pregunta para romper, para dividir, con la que esperaba multiplicar dividendos políticos,pero lo que ha obtenido es una resta, porque el electorado vasco ha entendido perfectamente la doble irresponsabilidad que encierra esa interrogación que, por un lado, aspira a tensar, a deteriorar, nuestra convivencia (lo que considero el grado cero del respeto político por el bienestar ciudadano); y, por otro, pretende seguir reduciendo a eso, a la ficticia urgencia de otro mapa, las tareas de gobierno, en detrimento de la atención debida a la pura y dura realidad social. La ciudadanía vasca ha rechazado ese juego del poder y con rotundidad le ha respondido al PNV con otra pregunta: "¿Tú en qué problema vives?" Cuya consecuente respuesta es que ya ha llegado el momento del cambio.

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