Fervor playero en Sicilia
Una vuelta a la isla italiana parando en sus arenales más espectaculares
Son las seis de la tarde y los rayos del sol acentúan el espejismo. En medio de una playa siciliana aparece un iceberg sobre el que se acomodan docenas de pingüinos. Sólo cuando uno se aproxima caminando por la fina arena se da cuenta de que, en vez de hielo, la blanquísima superficie está hecha de roca caliza, y los pingüinos no son sino las siluetas de los bañistas bronceándose en sus terrazas.
Se trata de La Scala dei Turchi, uno de los secretos mejor guardados de la isla de Sicilia y una de sus más bellas playas. Situada en la costa sur, cerca de los templos dóricos del complejo arqueológico de Agrigento, las terrazas calcáreas de La Scala son la perla de la corona de la isla, cuya costa está bendecida por la diversidad de sus playas.
Desde las enormes extensiones de arena hasta los promontorios de rocas desde los que zambullirse en las transparentes aguas del mar, pasando por el fervor playero de los alrededores de Palermo y el sabor a pueblo de sus pequeñas localidades costeras (fuera de la vorágine de julio y agosto), Sicilia es un paraíso para los amantes de la playa. Además, dado el tamaño de la isla, uno nunca se encuentra a más de dos horas de distancia en coche de una playa. Las buenas condiciones de las carreteras convierten el peregrinaje en busca de sol y mar en un agradable pasatiempo.
Cuando en verano el calor funde los termómetros con temperaturas de 40 grados, los palermitanos escapan en masa de la locura del tráfico de su ciudad rumbo a las playas de Mondello, a escasos kilómetros de Palermo.
A menos que su idea de un día de playa pase por hacer eslalon entre las tumbonas, las sombrillas y los miles de bañistas apiñados en la arena, lo mejor es pasar de largo y continuar un par de horas más en dirección oeste, hasta llegar al golfo de Castellamare y al pequeño pueblo de San Vito lo Capo.
Famoso en época romana por sus balnearios y su inmensa playa, la escasa profundidad de la bahía permite sumergirse centímetro a centímetro a la vez que caminas observando el suelo marino a través de unas aguas de intenso color turquesa. Demasiada belleza para pasar inadvertida. Por eso en temporada alta, sin alcanzar las multitudes de Mondello, sus arenas se pueblan de miles de cuerpos compitiendo por la atención del sol. Si te acercas hasta aquí en los meses de junio o septiembre, el honor será sólo tuyo.
Si en vez del oeste optamos por seguir dirección este desde Palermo, la autopista nos lleva, en menos de hora y media, a Cefalú. A medida que nos acercamos aparece la ciudad mirando al mar y protegida en su retaguardia por una inmensa ladera de piedra que se eleva como si fuera un decorado construido de forma artificial, para añadir dramatismo a las postales que inevitablemente son tomadas desde este ángulo.
Aire de pueblo de pescadores
A pesar de las tiendas de souvenirs y docenas de restaurantes con menús turísticos, Cefalú ha conseguido mantener de algún modo un cierto aire de pueblo de pescadores. Sólo por contemplar el atardecer desde el pequeño malecón, con el sol descargando su último vigor del día sobre las casas enfrente de la playa, merece la pena pernoctar aquí.
Para los que entienden la playa como un lugar donde ver y ser visto, la costa este de Sicilia ofrece las mejores pasarelas. La Isola Bella de Taormina, una diminuta montaña separada de la playa por un estrecho de agua de escasa profundidad, es lugar de visita obligada para los enamorados.
Un poco más al sur, en los alrededores de Catania, en la llamada Riviera dei Ciclopi, jóvenes sicilianos exhibiendo trajes de baño inversamente proporcionales al tamaño de sus enormes gafas de sol lucen moreno en la playa y saborean una granita (granizado) de limón, café o almendra en los bares playeros.
Los promontorios de roca volcánica que salen del mar -y que, según la leyenda, fueron arrojados por los cíclopes, que habitaban en las entrañas del volcán Etna, contra Ulises en su huida por el mar- sirven de fondo hoy a aventuras menos épicas que cada atardecer tienen lugar en las terrazas repletas de jóvenes frente al mar.
Otra playa de nombre mitológico, Eraclea Minoa, nos sirve para cerrar nuestro periplo en busca de sol y mar. En Agrigento, a escasos kilómetros de La Scala dei Turchi, en la fina arena de Eraclea Minoa protegida por un bosque de pinos, surge otro espejismo cuando atisbo un grupo de figuras de barro caminando con paso acartonado por la playa.
Cuando me acerco a este ejército de terracota descubro a una familia siciliana embadurnada de pies a cabeza en un barro medicinal que brota del interior de una cueva al final de la playa.
Una oportunidad única de aliviar mi piel quemada con un regalo de minerales.
GUÍA PRÁCTICA
Datos básicos
- Prefijo telefónico: 0039.
Cómo ir
- Iberia (902 40 05 00; www.iberia.com) vuela directo a Palermo desde Barcelona, ida y vuelta, a partir de 152,81 euros, tasas
y gastos incluidos. Con una escala también vuela desde Madrid y hasta los aeropuertos de Catania y Cagliari.
- Ryanair (www.ryanair.es) vuela directo desde Girona al aeropuerto de Trapani, al oeste de Sicilia; ida y vuelta, a partir de 29,99 euros.
- Alitalia (www.alitalia.es) vuela a Palermo y Catania, siempre con escala en Roma o Milán. Por ejemplo, ida y vuelta desde Barcelona a Palermo, a partir de 217 euros, y desde Madrid a Catania, a partir de 227.
- Meridiana (www.meridiana.it; 902 10 12 49) vuela a Palermo desde Madrid, vía Florencia, ida y vuelta, a partir de unos 266 euros.
Información
- Turismo de Sicilia (www.regione.sicilia.it/turismo)
- Turismo en Agrigento (09 22 40 13 52; www.provincia.agrigento.it) y Palermo (09 16 96 80 33; www.provincia.palermo.it).
- Oficina de turismo de Italia en Madrid (www.enit.it; 915 67 06 70).
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