"Sentíamos impotencia al ver cómo el policía se desangraba sin poder evacuarlo"
Cansado y dolorido, pero satisfecho (ha recibido las felicitaciones del ministro Alfredo Pérez Rubalcaba y de su director general, Joan Mesquida, entre otros) y, sobre todo, contento de regresar hoy a España y pasar unos días de permiso con su familia.
El sargento de la Guardia Civil Miguel Ángel Molina, de 30 años, ha sido el héroe de los incidentes de Mitrovica. Fue alcanzado por dos esquirlas de granada (una de ellas sigue alojada en su muslo derecho) cuando se inclinó para proteger con su cuerpo al policía ucraniano fallecido en los disturbios. Él le quita importancia. "Fue un gesto instintivo. Yo llevaba un chaleco antibalas y él estaba casi desnudo, bocarriba en el suelo. Me eché sobre él y sentí un pinchazo, apenas nada"
Lo peor, explica, fue la impotencia. "Tenía la femoral seccionada y se estaba desangrando, pero no podíamos evacuarlo porque la multitud bloqueaba la salida de las ambulancias. Era para volverse locos".
Molina estaba al mando de 250 agentes antidisturbios de la ONU, cuya misión era asegurar un perímetro de seguridad en torno a la sede del tribunal de distrito de Mitrovica, mientras sus compañeros de la unidad de intervención desalojaban a los nacionalistas serbios que la ocupaban desde el viernes.
El desalojo se desarrolló sin incidentes pero, cuando se procedía al traslado de los detenidos, la muchedumbre comenzó a lanzar piedras y cócteles mólótov.
"La violencia escaló en cuestión de minutos", recuerda, "se escuchaban disparos de Kalashnikov desde todas partes y explosiones de grandes petardos, como cartuchos de dinamita".
Finalmente, los refuerzos de la Kfor permitieron controlar la situación. Demasiado tarde para el policía ucraniano mortalmente herido. "No sabemos si se hubiera salvado, pero se perdió un tiempo precioso. Una eternidad".
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