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Conflictos en el transporte público

"No veo justa la huelga para la gente que tiene que trabajar"

Muchos usuarios esperaron ayer en vano a los autobuses municipales

Cristina Vázquez

Ni rastro de los autobuses rojos, como los conoce la gente. El incumplimiento de los servicios mínimos por parte de los conductores de la EMT complicó de nuevo la vida de muchos ciudadanos. Si en un día normal circulan 400 buses, ayer, según la orden dictada por la Generalitat, 300 deberían haber recorrido las calles. No salió ninguno de las cocheras. En las calles, muchas personas esperaron en vano.

- Toni, de 45 años. Trabaja de comercial y espera infructuosamente en la avenida de Peris y Valero a que llegue el 89 para viajar hasta Alboraia. "Ayer [por anteayer] ya me tocó hacer un grupo con la gente que estábamos en la parada y coger un taxi", explica. La carrera les costó ocho euros, "un poco más que el bus". Del conflicto opina que el Ayuntamiento debería asegurar unos servicios mínimos "porque ese es el trabajo de los políticos".

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- Jessica, de 18 años. Esta joven lleva casi media hora esperando el 90. "Me voy al hospital, a un pueblo cercano a Valencia. Cojo el 90, que me deja en Nuevo Centro, y allí empalmo con otro", explica. Jessica se disponía a visitar a un familiar en el hospital, pero desiste. "Por lo menos deberían poner uno cada hora". Tras conocer, por boca de un empleado municipal, que no pasará ningún vehículo, Jessica exclama: "No veo justa la huelga para la gente que tiene que trabajar".

- Menchu, de 29 años. Está embarazada de ocho meses y ayer llegó a la floristería donde trabaja, en el distrito de L'Eixample, como pudo. "Llevo dos semanas afectada por la huelga de autobuses", comenta. "Además, me afecta por partida doble. Tengo otros dos hijos y la chica que los cuida llega tarde por los paros, así que yo también llego tarde al trabajo. Es una faena", explica sin dejar de hacer ramos de flores. No sabe cuál es el meollo del conflicto laboral en la EMT, pero sí le suena que los conductores no cobran mal: "Ya pagaría yo por cobrar lo que ellos". Para ella, el metro no es una solución: "Me agobia lo de ir bajo tierra".

- Javier, de 38 años y Sebastián, de 33 años. Son argentinos, atienden un puesto de venta de sales de baño y jabones en la avenida del Antic Regne, y están afectados por el conflicto de la EMT. "El 90% de la gente no está informada de la huelga", comenta Javier, que ve lícito que los trabajadores convoquen paros. "Si los precios han subido, es lógico el reclamo de más salario", apunta.

Para Sebastián, una mejora de las condiciones laborales de los trabajadores hace que las cosas funcionen mejor. "Mucha Copa del América, mucha Fórmula 1 y mucha cosa, pero hace falta más dinero para el transporte público", añade. Los dos recurren estos días al taxi, la bicicleta o caminan. "Faltan planes B para cuando pasan estas cosas".

- Ana. A esta fallera recién peinada, la huelga no la afecta excesivamente, porque, según comenta, tiene el trabajo cerca de casa. Sin embargo, ha ido a casa de su hermana -cerca de la Pantera Rosa- a peinarse. "Me ha traído mi marido con el coche", dice. Para regresar a su barrio, no se lo piensa dos veces. "Cogeré un taxi". Algo nada fácil en un día como ayer.

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Sobre la firma

Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.

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