Unión y autonomía

El Departamento de Cultura y Medios de Comunicación presentó en enero de 2008 un nuevo Plan de Museos. En el mismo se crea el Museo de la Sociedad Catalana y se indica: "Los actuales museos de Historia de Cataluña y de Arqueología de Cataluña (MAC-MNAT), junto con la red de museos de etnología, pasarían a ser el núcleo fundacional del nuevo museo". ¿Es bueno formular esta unión? Depende, entre otros aspectos, de cómo se resuelva su enlace con los centros del territorio, algo previsto en la Ley de Museos de 1990 pero cuyo desarrollo ha estado muy limitado. El nuevo Plan de Museos, que recupera los Servicios de Atención Museística que preveía la ley, explica poco los contenidos que anuncia. No define, por ejemplo, el grado de independencia de los museos en el territorio respecto a las redes y, en mi opinión, este grado de independencia tiene que ser casi absoluto. Tiene que haber estrechos lazos en los programas de difusión e investigación, pero la gestión tiene que estar en el territorio, en consorcios de la Generalitat con las administraciones locales y con la sociedad civil del territorio.

La situación de dependencia de Ullastret o de Empúries respecto al Museo de Barcelona es absurda

Parece que discutimos la desaparición del Museo de Arqueología en una única de sus funciones: la de exhibir la colección y difundirla. La preocupación fundamental de la Administración ha sido potenciar la función expositiva del museo, y en esto el MAC no ha tenido la posibilidad de reformarse: poco presupuesto, proyectos diversos y muchos directores en pocos años. Pero el MAC es, como todos los museos, un centro que tiene la obligación de generar conocimiento, es decir, investigación. El Museo de Arqueología poseía en origen la mejor biblioteca especializada, pero durante mucho tiempo ha estado desatendida, exceptuando la incipiente potenciación de la etapa de la anterior directora. En el caso del MAC -con colecciones procedentes de Cataluña pero también de las Baleares y Almería- es casi circunstancial que las salas del museo estén abiertas, pues a mi entender lo que se necesita es recuperar las funciones de investigación.

¿Qué explicaría el MAC con sus colecciones? ¿Podría hacer un discurso coherente de la arqueología en Cataluña? ¿O la arqueología de Cataluña está en conjuntos como Empúries, Tarragona, Ullastret, etcétera? La coordinación de estos yacimientos, muchos de ellos musealizados, nos tiene que llevar a la historia de la antigüedad sobre el territorio. Y estos centros tienen que ser independientes en su gestión. La situación de dependencia de Ullastret y de Empúries respecto al Museo de Barcelona es absurda. Como lo sería la del Museo de Lleida o de Vilanova respecto al MNAC.

Los museos de Historia de las ciudades parten de la arqueología de las mismas ciudades y, para decirlo de manera gráfica, sobre ella comienzan su discurso explicando, como es habitual, la historia desde la Antigüedad hasta la Edad Media. Esto nos lleva a la coherencia de la vinculación entre el Museo de Arqueología y el Museo de Historia de Cataluña. Es el mismo discurso que encontramos en el recién inaugurado Museo de Lleida, museo de territorio, a partir también de las colecciones arqueológicas de la Diputación de Lleida, y añadiendo la historia del arte, en este caso procedente del obispado.

El Museo de Historia de Cataluña ha sido fruto de la voluntad, necesaria por las circunstancias de nuestro país, pero no imprescindible, de explicar en un discurso lo que es Cataluña. Lo denominamos museo pero su nombre más correcto sería el de Centro de Interpretación, como se denominan ahora en lenguaje museístico los centros que explican una realidad siguiendo parámetros definidos previamente, ideológicos. Seguro que Cataluña necesita explicar lo que es y el Museo de Historia es una manera sintética, insuficiente y sencilla de hacerlo. Pero, en realidad, la manera correcta de hacerlo sería la de potenciar sobre el territorio los museos, yacimientos arqueológicos, conjuntos monumentales, lugares históricos... El Museo de Historia puede considerarse un escaparate de todo esto.

Respecto a la etnología, haría falta, a mi juicio, que se fuera más allá de lo que entendemos como cultura tradicional para pasar a un concepto más antropológico que llegue hasta la actualidad. En esto tiene sentido abandonar el concepto de museo de cultura tradicional y popular (popular del siglo XIX, que no del siglo XX), para pasar a un concepto que nos lleve hasta hoy. Uniendo entonces la historia (la arqueología no es más que un instrumento para explicar la historia) y la antropología podríamos llegar a hacer un discurso más o menos completo de Cataluña, obviando, claro, el arte y las ciencias. Pero deberíamos incorporar también el patrimonio natural, para lograr explicar un territorio y su patrimonio: el paisaje cultural.

Eduard Carbonell es historiador del arte y ha sido director del MNAC y director general de Patrimonio.