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Reportaje:Las consecuencias del 9-M

El espadachín de los cien filos

El poliédrico Esteban González Pons es la estrella ascendente del PP y el ariete de Camps

Miquel Alberola

Esteban González Pons (Valencia, 1964) espera una niña para el mes de julio. Además, vive con los dos hijos de su anterior matrimonio y los tres de su actual mujer, Piluca Bertolín. Él considera que ese paisaje familiar de aluvión tan contemporáneo, casi de Los Serrano, se ajusta ergonómicamente al nuevo PP, aunque ello no le impide salir en defensa de las acciones más remotas del arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco. Sobre esa cuerda, tensada por contradicciones, ha tratado siempre de mantener el equilibrio.

Para ello, ha desarrollado una personalidad poliédrica y a menudo camaleónica, muy irritante para la izquierda y, por consiguiente, muy rentable para el PP. Votó al PSOE antes de ingresar en Nuevas Generaciones, se considera liberal y de centro, aunque también se puede disfrazar de ecologista cuando, en sus días de consejero de Territorio de la Generalitat valenciana, proclamó que iba a cambiar el cemento por la "política de la sandía, verde por fuera y roja por dentro". Incluso puede desempeñar un papel determinante con los senadores de Convergència i Unió para alcanzar un pacto lingüístico que contente a los gobiernos catalán y valenciano y luego arrojar soflamas contra el imperialismo catalán.

Nunca se llevó bien con Zaplana, que lo caricaturizó como el 'abertzale' valenciano

En alguna cosa sí ha sido muy lineal: nunca se llevó bien con Eduardo Zaplana. No es su principal mérito para aspirar al cargo de portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, pero también cuenta en el particular ajuste que el presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, ahora convertido en uno de los principales barones del partido, libra contra su antecesor.

González Pons casi siempre ha desempeñado importantes acciones instrumentales para Camps. Primero lo hizo como consejero de Educación para apuntar hacia una política de tintes valencianistas que luego tuvo que contener cuando Zaplana minó a Camps en Madrid caricaturizándolo como un abertzale valenciano. Luego lo envió al frente de la Consejería de Territorio para taponar la vía de agua que tenía su gobierno con los excesos urbanísticos. Después lo situó al frente de la lista electoral que había ocupado Zaplana y ahora lo pone en suerte para ocupar su cargo y aplastarlo definitivamente. Asimismo, durante ese tiempo, González Pons, antiguo amigo de Pío García Escudero, le ha preparado el terreno en Madrid y le ha ampliado las relaciones en el partido.

Aunque Camps le lleva dos años, ambos son amigos desde que estudiaban en el colegio de los Jesuitas en Valencia. Luego se reencontraron en la facultad de Derecho, donde, con el actual consejero de Economía, Gerardo Camps, conformaron la Tertulia del Agujero por ser habituales del bar del mismo nombre, donde intensificó su adicción a la Coca-Cola. Pero también se les conoce por el Clan de la Gomina, más a tono con las aspiraciones que hilvanaban alrededor del velador.

En ese tiempo, González Pons, hijo de un médico de la burguesía valenciana del Ensanche, rompía su propio molde de pijo de derechas como poeta intimista, ebrio de Pedro Salinas. Esta pasión de difícil encaje en su imagen pública le ha llevado a escribir tres libros que sólo regala a sus amigos, el último con métrica adaptada a los mensajes de texto del teléfono móvil.

Llegó a Madrid como senador con poco más de 30 años y trabó una fuerte amistad con Ángel Acebes y García Escudero. El primero lo descubrió y el segundo lo convirtió en el portavoz más joven del Senado, donde promovió y presidió la Comisión de Internet de la Cámara Alta. Entonces se convirtió en un apóstol de las nuevas tecnologías que discutía que la derecha y la izquierda ya no estaban donde solían y que caía simpático, según sostenía, porque no mandaba.

Camps lo rescató en 2003 como consejero de Educación de la Generalitat y le brindó la posibilidad de hacerlo. En cuatro años ocupó tres consejerías distintas, dos de ellas de gestión (Educación y Territorio) y otra (portavoz del Consell) cortada a su medida. Su trayectoria en el Gobierno valenciano ha demostrado que siempre sacaba el máximo provecho de sí mismo con un micrófono delante. Su propensión a los titulares y su glotonería mediática le llevaron tras las autonómicas de 2007 al cargo de portavoz de los populares en las Cortes Valencianas.

Allí estuvo afilando las uñas a la espera de una operación de largo alcance que empezó con su designación como candidato y que continuó con el acoso feroz a la candidata socialista María Teresa Fernández de la Vega bajo la premisa de convertir la Comunidad Valenciana, donde el PP se ha convertido en un fenómeno sociológico, en su Vietnam particular. Desde esa Covadonga, Camps mueve su pieza clave para la próxima batalla.

El diputado valenciano Esteban González Pons.
El diputado valenciano Esteban González Pons.JESÚS CISCAR

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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