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Reportaje:A un día del inicio del Mundial de F-1

En el punto de mira de todos

Hamilton busca la redención tras echar por la borda al final su magnífico primer año

Robert Álvarez

El ganador por excelencia se planta en Melbourne todavía con el peso de la madre de todas las derrotas a cuestas, la que frustró una proeza sin precedentes: barrer en el Mundial de su estreno. Lewis Hamilton falló entonces cuando más fácil lo tenía y tiró por la borda los 17 puntos de ventaja que acumulaba sobre Kimi Raikkonen dos carreras antes del final. Cinco meses después, nadie lo diría. Da la sensación de ser el hombre más feliz. En la vigilia de su segunda temporada en la F-1, en Melbourne, repite un discurso similar al que destiló el día antes de su doloroso fracaso el pasado octubre en Interlagos: "Quiero ganar. Lo quiero con toda mi alma. Siento que nací para hacer esto".

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Al prodigioso fenómeno británico le redimen sus 23 años, su descaro, su agresividad, esa autoconfianza a prueba de bombas. También una competitividad que le empujó, con tal de ganar, a despellejar cuando lo creyó conveniente al bicampeón, Fernando Alonso. El español salió trasquilado de la infernal convivencia en McLaren Mercedes, una escudería que purgará por sus flagrantes desmanes tanto en la pista, con la nefasta gestión que avivó la rivalidad de sus pilotos, como fuera de ella, hasta el punto de que fue descalificada, victima de su ingenuidad en el asunto del espionaje a Ferrari.

Quien crea que lo acontecido en 2007 sirvió para atemperar a Hamilton se equivoca. "Estoy en una situación mejor que el año pasado. Poseo más experiencia, confianza, y estoy más relajado en el coche. Tengo más hambre y determinación", suelta como el que no quiere la cosa. A estas alturas, desde luego, el factor sorpresa que tan bien supo administrar se ha esfumado. Más bien sucede al contrario. Está en el punto de mira. En el de Raikkonen, por supuesto, porque el finlandés tiene claro que parte como su principal adversario; en el de Alonso por razones obvias; en el de su nuevo compañero, Heikki Kovalainen, ilusionado porque el jefe de operaciones, Martin Whitmarsh, ha ratificado que están empeñados en seguir la misma filosofía de igualdad de trato, y en el de los demás, porque ya el año pasado le leyeron la cartilla por su conducción agresiva y a veces temeraria, especialmente tras el incidente en Japón del que salieron perjudicados Vettel y Webber.

McLaren, después del tremendo fracaso de la temporada pasada y castigada a ocupar el último box y a que sus pilotos luzcan los números 22 y 23, ha adoptado una solución para el nuevo MP4-23 en la línea de Ferrari con una caja de cambios más larga. Intenta trasladar el centro de gravedad del coche hacia atrás para mejorar su tracción. Para ello ha aligerado también su peso, de manera que contará con un margen mayor para distribuir los lastres. Y, sobre todo, Mercedes ha desarrollado un sistema electrónico para el comando de la caja de cambios, denominado Steamless, que les da cierta ventaja sobre el resto de las escuderías que han tenido que adaptarlo también.

Otra cuestión interesante será comprobar hasta qué punto Hamilton es capaz de desenvolverse por sí solo o en compañía de otro piloto aún bisoño como Kovalainen en temas como el desarrollo del coche y su puesta a punto. Se ha llegado a cifrar en 0,6 segundos la aportación de Alonso al desarrollo del McLaren MP4-22 de 2007, cuando el propio Hamilton confesó su fracaso cuando no imitó los reglajes de su compañero.

Muchas cuestiones tiene que hacerse perdonar la escudería del inefable Ron Dennis y para eso ha invertido más de 14.000 kilómetros en los entrenamientos. "Tenemos que lograr el mejor estreno posible. Mi objetivo es ganar la carrera", dice Hamilton, sabedor de que Raikkonen ganó la primera carrera y el título lo mismo que 14 de los 18 últimos campeones. Hamilton fue tercero en Australia y en la primera curva demostró a qué estaba dispuesto adelantando al bi-campeón y teórico jefe de filas, Alonso. Un año después, tras haber propiciado que se doblen las audiencias de la F-1 en Gran Bretaña, haber invitado a soñar a toda una nación con que va a devolverle el orgullo perdido por las derrotas de las selecciones de fútbol y rugby, y haber firmado una renovación con McLaren hasta 2012 a cambio de 90 millones, Hamilton se ha transformado por completo. Ha pasado de ser aquel simpático debutante a convertirse en el ogro del Mundial, alguien tan admirado como temido.

Lewis Hamilton firma autógrafos a la salida del circuito de Melbourne.
Lewis Hamilton firma autógrafos a la salida del circuito de Melbourne.REUTERS

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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