Hallado muerto el arzobispo caldeo de Irak
El terror se adueña de la menguante comunidad cristiana del país árabe
Los peores presagios de la comunidad cristiana de Irak se han cumplido. Ayer fue hallado el cadáver del arzobispo caldeo Bulus Faraj Rahho, secuestrado el pasado 29 de febrero cuando salía de decir misa en Mosul, al norte del país. Aunque anoche no estaba claro si había muerto asesinado o por complicaciones en su delicada salud, el mensaje es el mismo: los fanáticos islamistas no quieren a los cristianos en Irak.
"El arzobispo Rahho está muerto. Hemos encontrado su cuerpo sin vida cerca de Mosul. Los secuestradores le habían enterrado", declaró el obispo auxiliar de Bagdad, Shlemon Warduni, a la agencia de noticias de la Conferencia Episcopal Italiana (SIR). Según su relato, los captores de Rahho se pusieron en contacto con la iglesia el miércoles para decir que estaba muy enfermo y más tarde que había fallecido.
Sin embargo, un portavoz policial citado por la agencia Reuters dijo que el cadáver parecía llevar muerto al menos una semana y que había empezado a descomponerse. La misma fuente desmintió los rumores de que el cuerpo tenía cuatro heridas de bala. "Estamos comprobando cómo ha muerto", añadió.
Pero sea cual sea la causa de su muerte, el secuestro del arzobispo envió un mensaje inequívoco a la menguante comunidad cristiana de Irak. "Sentimos que ya no hay sitio para nosotros en nuestro propio país", relataba una caldea iraquí a esta corresponsal la semana pasada durante una visita a Bagdad. Tras los ataques a las iglesias de 2004, el estallido de la violencia entre suníes y chiíes dio un breve respiro a los cristianos. Pero en 2007 volvieron a convertirse en objetivo.
La brutal captura de monseñor Rahho hizo que hasta los cristianos escondieran sus cruces. Medios diplomáticos europeos estiman que se trató de una operación planificada con detalle. Esperaron a que concluyera la misa y cuando salió, siguieron su coche y mataron al conductor y a los dos guardaespaldas que le acompañaban.
Nadie se responsabilizó públicamente del secuestro, pero todas las pistas apuntan hacia musulmanes fanáticos que han hallado en el caos iraquí una oportunidad para avanzar en su causa.
El arzobispo era la cabeza visible de la Iglesia caldea en Mosul, una ciudad eminentemente árabe suní que se ha convertido en el nuevo feudo de insurgentes e islamistas radicales tras su desalojo de Al Anbar y Diyala. Los caldeos (que siguen el rito católico oriental) son la comunidad cristiana más numerosa de Irak. Junto a asirios (o nestorianos), siriacos (ortodoxos orientales) y armenios (católicos romanos y ortodoxos orientales) constituían un 5% de la población, pero ya desde las sanciones internacionales de los años noventa emigraron en una proporción más alta que el resto de los iraquíes.
En 2003, antes de la invasión estadounidense, los cristianos sumaban 800.000 personas (apenas un 3% del total). Desde entonces su número no ha hecho sino disminuir.
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