Los presos del 11-M, aislados y dispersos, tienen controladas sus comunicaciones
El Supremo dictará la sentencia firme sobre los atentados en septiembre
El Tribunal Supremo quiere tener ultimada en septiembre la sentencia firme sobre los atentados del 11-M, según manifestó ayer el presidente de la Sala de lo Penal del alto tribunal, Juan Saavedra. El magistrado garantizó que la sentencia sobre la masacre que costó la vida a 191 personas en los trenes de cercanías se conocerá "antes de finales de septiembre" para evitar que algún condenado sea excarcelado por superar el límite máximo previsto en la ley para la prisión preventiva.
Los 16 condenados del 11-M comen en sus celdas y sólo salen cuatro horas
Cinco magistrados de la Sala Penal resolverán un total de 31 recursos
Mientras, los 16 condenados por la Audiencia Nacional esperan la resolución de sus recursos sometidos a un régimen penitenciario muy estricto, según fuentes de Interior. Como a todos los condenados por terrorismo, se les mantiene dispersos en varias prisiones (cinco en este caso, que Interior no quiere revelar por seguridad) a fin de romper la cohesión del grupo y controlar mejor a cada uno de sus miembros.
La mayoría de ellos tienen además limitado el contacto con otros internos y no pueden moverse con libertad en el interior de sus centros penitenciarios, según esas mismas fuentes. Los condenados pasan la mayor parte del tiempo en sus celdas donde, a diferencia de la mayoría de reclusos, también comen. Sólo salen al patio un máximo de cuatro horas al día y siempre en grupos de no más de cinco personas. Son cacheados cada jornada y sus celdas se registran siete días a la semana. Suárez Trashorras está excluido de ese régimen especial por una patología que padece.
Además, sus cartas y llamadas telefónicas están intervenidas, como las del resto de presos (preventivos o condenados) por terrorismo. Instituciones Penitenciarias cuenta desde 2005 con 30 traductores de árabe para realizar esta labor. Hasta entonces, "las cartas que enviaban o recibían estos reclusos no se traducían y las cintas en las que se grababan las comunicaciones orales se reutilizaban sin traducir", aseguran las fuentes consultadas.
Esta última medida -la intervención de comunicaciones- se impone por motivos de seguridad y con conocimiento de cada uno de los presos. Si gracias a su escucha se detecta algún riesgo para los funcionarios de prisiones y demás trabajadores, o para las propias cárceles en las que se encuentran, se notifica a la policía o la Guardia Civil, pero los datos así obtenidos no pueden utilizarse como prueba ante un tribunal.
Otras medidas de seguridad hacia estos reclusos son su seguimiento y control para evitar la radicalización de otros internos musulmanes, la captación de nuevos miembros o la formación de células islamistas en las cárceles.
La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo tiene que dar prioridad a los recursos del 11-M dado que algunos de ellos afectan a presos. Además, en el caso de Abedelillah el Fadual el Akil, el límite legal de permanencia en prisión sin sentencia firme se cumple el próximo 7 de octubre. El Fadual fue sentenciado a nueve años de cárcel, pero no puede estar en prisión más de la mitad del tiempo de la condena sin que ésta sea firme y los cuatro años y medio se cumplen en esa fecha.
De esta circunstancia tienen constancia tanto el alto tribunal como el magistrado ponente, encargado de redactar la sentencia, Miguel Colmenero.
Los 31 recursos del fiscal, las defensas y las acusaciones han sido ya formalizados. La previsión actual es que la vista de los recursos se celebre ante un tribunal formado por cinco magistrados.
En principio, la cuestión más problemática será la absolución de Rabei Osmán el Sayed, Mohammed el Egipcio, inicialmente considerado el supuesto cerebro de los atentados. La Audiencia Nacional lo absolvió por falta de pruebas y porque no podía condenarle por integración en banda terrorista, al haber sido condenado en Italia por un delito equivalente.
Los acusados encarcelados son, además de El Fadual el Akil, Youssef Belhadj y Hassan el Haski (organizadores); Jamal Zougam, Basel Ghalyoun y Abdelmahid Bouchar (autores materiales); Mohannad Almallah Dabas, Fouad el Morabit, Otman el Gnaoui, Rachid Aglif, Mohamed Bouharrat, Saed el Harrak y Mohamed Larbi (miembros de la célula); Hamid Ahmidan y Rafa Zouhier (colaboradores); y José Emilio Suárez Trashorras (que vendió los explosivos).
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