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ELECCIONES 2008
Columna
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El bipartito reforzado

El PP planteó un desafío a la sociedad: la sociedad debería retractarse de su veredicto de hace años, tenían razón Aznar y Rajoy y se había equivocado el electorado, por eso los mismos dirigentes de entonces sin cambiar su visión de los hechos ni el programa deberían ahora ser recompensados. Para conseguir esa retractación del electorado hubo mentiras y acusaciones terribles, muchos gritos y algunos susurros. Las acusaciones al presidente del Gobierno y a los socialistas de ser cómplices de ETA condujo a esa escena final en que Rajoy y San Gil visitan la capilla ardiente de un trabajador socialista asesinado y su familia no los quiere recibir. Ahí condujeron sus ignominiosas actuaciones. Esto fue y se acabó, el PP perdió, le queda afrontar su crisis y una profunda autocrítica. Esperemos que el insulto y la mala educación desaparezcan de una vez con la desaparición de esos dirigentes.

Apenas ha habido trasvases entre partidos y Galicia ha decidido conservar el apoyo al BNG

Fue tal la tensión planteada, tal el reto a la democracia española, tenía tal calado político e ideológico que la sociedad se dividió profundamente y estas elecciones lógicamente plantearon un dilema entre las dos partes enfrentadas. Un dilema, una situación excepcional, en el que inevitablemente entramos todos los ciudadanos españoles y que anuló el debate sobre los programas y que dificultó la expresión política de las nacionalidades. Ese era el lógico temor del BNG, la fuerza política que expresa el factor diferencial, que marca un espacio político propio y específico. Pero el resultado electoral refleja que después de diez elecciones generales y varias autonómicas, municipales y referéndum, la sociedad ha ido decantándose y no es fácil que haya cataclismos electorales, prácticamente no hay trasvases entre partidos y, afortunadamente, esa tendencia también rige en Galicia: en la sociedad gallega ha ido creciendo año a año la convicción de que Galicia debe existir políticamente y que para eso necesita tener fuerzas políticas propias. Galicia ha decidido insistir en ser y ha conservado apoyo al BNG.

En cuanto al PP, desde que vimos en el debate a tres en la TVG que Núñez Feijóo no invocaba a Rajoy sino que más bien lo eludía comprendimos que su españolismo agresivo y su desprecio a Galicia y, descaradamente explícita, a su lengua no le ayudaba nada. Nunca hubo un candidato a presidente del Gobierno tan enemigo de nuestra lengua, que dijesen de él que era gallego. Es sorprendente, hay veraneantes en nuestras rías que nos tienen más aprecio y respeto.

Luego de casi tres años de Xunta bipartita con presidente socialista estas elecciones también eran un teste. El PP sobrevive a su purgatorio en la oposición recordando que es el partido más votado, ¿Conseguiría el PSdeG adelantar al PPdeG? No lo ha conseguido, pero ya le disputa el liderazgo.

Pero había una pregunta: ¿Habrá sorpasso? Ya hace mucho tiempo que hubo sorpasso de la izquierda sobre la derecha en Galicia. Contra la idea tópica asentada en la política española, y también interiorizada en Galicia, en Galicia siempre hubo más votos para los socialistas y para la izquierda nacionalista. Los mapas de España que dividen binariamente las provincias en azul y rojo, correspondiéndose con el PP y el PSOE no valen para Galicia, falsean nuestra realidad. Si hay feudos del PP ya serán Castilla-León, Valencia, Murcia o ese Madrid, esa nueva nacionalidad no histórica tan derechista (¿dónde va aquel otro Madrid?)

Pero en Galicia tampoco hay feudos. Es cierto que los hubo pero ya no los hay. Antes comprobamos que Lugo no tenía dueño, no era de Cacharro (hoy hay jóvenes votantes que ya no saben quién es Cacharro, así de dura es la vida), en las anteriores elecciones ya vimos que Ourense no era un fortín de Baltar, ya no se oyen sus golpes de bombo.

Estas elecciones confirman que Ourense no tiene dueño, se mueve y, sobre todo, se reincorpora al tiempo de todos los gallegos. Queda Pontevedra como un caso aparte, los disparates de los socialistas y los nacionalistas en Vigo han pasado factura, pero la izquierda de Vigo parece tener la memoria del pulpo, a la vista de lo que vemos últimamente parece que no aprende. Las elecciones demuestran que no hay desplome del PP en Galicia y que la Xunta bipartita tiene una base muy sólida y es la fórmula que mejor nos expresa.

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