A votar, hoy más que nunca

Bajo el compromiso democrático de dar una respuesta en las urnas a la violencia terrorista, 1.781.120 vascos tienen hoy el derecho a voto para elegir a sus 18 diputados y 9 senadores entre las 60 candidaturas al Congreso y 59 a la Cámara alta, que compiten en los 251 municipios.

Mientras suenan los ecos de las intencionadas palabras de Sandra Carrasco en recuerdo a su padre asesinado por ETA en Mondragón, llega, por fín, el 9-M para solventar la dialéctica política por el único camino democrático que es ante la urna.

A decidir: quién pierde un escaño en Vizcaya y quién gana en Guipúzcoa

Nadie descarta que la irrupción macabra de los pistoleros en el cierre de la campaña electoral tendrá, de entrada, un reflejo directo en la dirección del voto, aunque sea imposible precisar su incidencia, y, además, no pasará desapercibida en la interpretación de los resultados.

Y es que en el País Vasco también hay partido por jugar en este 9-M del bipartidismo. De mano, para conocer quién es el ganador absoluto; luego, para despejar las tres auténticas incógnitas de esta contienda: quién perderá el escaño que Vizcaya cede por su caída de población; quién vencerá en Guipúzcoa y, finalmente, hasta dónde llegará la abstención que se pueda imputar a quienes no se atreven a condenar, entre otros, el asesinato de Isaías Carrasco.

Conscientes de lo que se juegan, los partidos democráticos han unido sus intenciones para reclamar la máxima participación en la jornada electoral de hoy para que, fundamentalmente, la democracia derrote a los terroristas y a sus cómplices. De ahí que la llamada al voto masivo haya sido una constante.

Sobre el terreno, posiblemente sea el PNV quien más se juegue en este 9-M, aunque si los resultados no le favorecen siempre tendrá a mano el manido recurso de que las generales no son de su mundo. Desde Sabin Etxea, la pérdida de un diputado en Vizcaya siempre estaría justificada por el recorte de escaños, mientras en Guipúzcoa sería más difícil de explicar otra derrota ante los socialistas como ya ocurriera en las elecciones forales del pasado mes de mayo. Si fuera así, se agudizarían las tensiones internas en la familia peneuvista, aunque su intensidad sería inferior al desarme que supondría para EA entregar su única acta en el Congreso al PSOE. Y es que en ese contexto, las elecciones autonómicas estarían a la vuelta de la esquina, porque el clima político en el País Vasco se volvería irrespirable. Sería tan palpable que no habría que consultar con nadie.