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Reportaje:ELECCIONES 2008 | Campaña electoral

Un gran mitin, dos días de trabajo

Los diversos actos de campaña movilizan equipos de hasta 150 personas

Rodolfo Ares luce una americana de paño de color oscuro, impecable. Sus colaboradores dicen que es "muy sufrida" y le va muy bien en campaña porque puede hacer las veces de un buzo. A tres días del 9-M, el secretario de Coordinación y Organización del PSE, el cerebro que ha planificado todo el montaje electoral, no duda en ponerse el traje de faena y arrimar el hombro: retira del suelo un rollo de cinta aislante, ordena los asientos para el público, pide una prueba de sonido o acaba sujetando el decorado como un currante más. Eso ocurre fuera de cámara, durante los preparativos de un mitin en San Sebastián en el que participan una veintena de operarios. Ares se preocupa de que todo esté impecable, como su chaqueta, para recibir en el escenario al invitado de turno. Ese día, el ministro Alfredo Pérez Rubalcaba.

"Todo tiene que estar perfectamente sincronizado para que no falle nada"

La trastienda de un mitin electoral tiene su enjundia. El que dio José Luis Rodríguez Zapatero en el BEC de Barakaldo consumió dos días completos de trabajo. Requirió la intervención de más de 150 personas, entre voluntarios del partido y profesionales contratados para la ocasión. Fue, de lejos, "el acto más laborioso de toda la campaña", explica Alfonso Gil, secretario de Acción Electoral de la ejecutiva del PSE, con quince años de experiencia en campañas electorales.

Mientras un equipo de montadores remataba los últimos detalles para recibir a Pérez Rubalcaba en San Sebastián, otro mucho más numeroso preparaba el de Felipe González en La Casilla de Bilbao. "La víspera del mitin estuvimos desde las ocho de la noche hasta las tres de la madrugada observando el terreno y planificando toda la escenografía. Hoy lo montaremos todo desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde", comenta Gil en medio del trajín. Unos colocan los focos, otros tiran metros de cable, ponen la moqueta, instalan las mesas de sonido, distribuyen las sillas o levantan el escenario.

Alfonso Segade, con siete campañas a sus espaldas y encargado de la caravana socialista en Guipúzcoa, compara la preparación de una campaña electoral con la puesta a punto del bólido de Fernando Alonso: "Todo tiene que estar perfectamente sincronizado para que el día de la carrera no falle nada. El público sólo ve la carrera, el discurso en este caso, pero ¿y los meses de preparativos? La máquina tiene que estar muy engrasada".

En otra época, "se improvisaba mucho en las campañas; hoy se planifica hasta el último detalle", añade Gil. Va de acto en acto con su ordenador a cuestas. Lo utiliza para hacer una simulación del recinto donde va a celebrarse el mitin y "no dejar ningún cabo suelto para que la puesta en escena sea perfecta". "El objetivo", afirma, "es que no nos pillen en ningún renuncio y evitar que nos saquen en el zapping o las tomas falsas de las teles".

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En el backstage electoral la actividad es frenética. Antes del mitin de Rubalcaba en San Sebastián, que no estaba incluido inicialmente en la agenda electoral, surge un imprevisto. "Nos han traído una lona diáfana. Ésta no vale", dice Borja Peña, el responsable de montar el acto. Se refiere al panel que hace de fondo en el escenario. No vale porque no lleva mensaje electoral, ni pide el voto para el partido. De inmediato llama por teléfono a Alfonso Gil, en plena faena en La Casilla, y le pide que envíen desde Bilbao la lona que corresponde con el acto.

Eventualidades de este tipo y todo tipo de anécdotas se producen "a puñados" durante la campaña. "Una mujer quería entrar a las 9.00 en La Casilla para escuchar a Felipe González, cuando el acto no empezaba hasta las 19.30, y otra persona se ha presentado con un regalo" para el ex presidente, comenta Gil. ¿Y los candidatos? "Los nuestros se dejan aconsejar, no son meticulosos", apunta Gil. "Cuando viene Zapatero ya es otra cosa. Trae un equipo propio muy potente y tiene los tiempos muy tasados. No puede alargarse en los discursos, ni detenerse demasiado tiempo con el público, porque le espera otro mitin en otra ciudad".

A una escala menor, lo mismo les ocurre durante 17 días de campaña a los montadores de los mítines. En esta, el cuentakilómetros del vehículo de Alfonso Gil ha sobrepasado los 2.000 kilómetros, muy lejos de los 5.200 que marcó en las últimas autonómicas.

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