"No tenemos ninguna voluntad de entrar en el Gobierno español"

Emilio Olabarria insiste en que ha sido el diputado por Álava que más ha intervenido en el Congreso en pro de su circunscripción. Asegura que la presencia del PNV en las Cortes resulta imprescindible para "consolidar Galeuscat", la alianza de partidos nacionalistas catalanes, vasco y gallego y ser precisos para gobernar "gane quien gane", José Luis Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy.

Pregunta. ¿Se siente fuera de la pelea entre PSOE y PP?

Respuesta. La polarización nos preocupa y el máximo exponente son los debates a dos. Es la antítesis de la democracia. Nos cuesta sacar la cabeza en los medios y tenemos que recurrir a la musculatura de nuestra afiliación. Vamos a hacer planteamientos serios de esta cuestión cuando nos llamen, sea Rajoy o Zapatero.

"Hay que discutir el derecho a decidir a cambio de la gobernabilidad"

P. ¿Tanto les perjudica la bipolarización?

R. Sí en unas elecciones generales, pero en Euskadi la gente que nos vota lo va a seguir haciendo.

P. ¿Tienen intención de entrar en el Gobierno central, como insinúa el nacionalismo catalán?

R. No, y no por falta de precedentes. Manuel Irujo fue ministro de Justicia en la República, pero en una situación de excepcionalidad. Duran Lleida no lo niega, pero Galeuscat no es un bloque integrado orgánicamente. Lo es funcionalmente y no sobre todas las materias. Estamos de acuerdo en la lucha contra el concepto jacobino del Estado del PP y el PSOE, en la lucha contra unos flujos financieros injustos y por transformar instituciones que no se corresponden con las de un Estado compuesto: el Senado o el Tribunal Constitucional. Desde la perspectiva de ostentar un cargo gubernamental no hay ninguna empatía. No tenemos ninguna voluntad de entrar en el gabinete del Gobierno español.

P. ¿Su vocación es hacer de bisagra?

R. No, de cogobernar, pero para nosotros significa que somos un partido de Euskadi, por Euskadi y nacionalista. Defender los intereses económicos, políticos y sociales de Euskadi sin que sean objeto de postergación, que es lo que ocurre siempre. Trabajar por la regeneración democrática del Estado, donde el derecho a decidir, que es un derecho humano, que no debería ser discutido ni discutible, se tiene que discutir a cambio de otras cosas, por ejemplo, garantizar la gobernabilidad. Nos parece vergonzoso, pero es lo que está en la naturaleza de las cosas. Significa negociar el mal llamado plan Ibarretxe, la reforma del Estatuto. Hay que negociar la hoja de ruta del lehendakari para solucionar un problema secular del Estado español, articular un sistema para insertar a los vascos en el Estado que sea satisfactorio para los vascos y, por qué no decirlo, para el Estado español.

P. ¿Si, como han anunciado los dos grandes partidos, no se acepta ese nuevo plan Ibarretxe, cuál será su actuación?

R. No nos preocupa, porque no hay nada más voluble que la política. Lo que hoy es imposible, ante el bien ontológicamente superior que es la gobernabilidad del Estado español, se puede convertir en posible con facilidad. Lo que hoy supone "vender el Estado español y trocearlo" o "romper la unidad de la patria", mañana se puede convertir en una frase alternativa para "resolver los problemas seculares de integración del Estado español". Si el apoyo de los nacionalistas catalanes, vascos o gallegos fuera necesario para la gobernabilidad cambiaría el discurso. Nos preocupa poco.

P. ¿Como jurista no considera que ha habido un exceso de presión sobre el poder judicial?

R. Poca presión contra un poder judicial vicario del Ejecutivo. Todo lo que se ha dicho de ellos me parece poco. Vivimos una situación caracterizada por ser una justicia politizada, y no hablo de los jueces que realizan su trabajo con honradez y responsabilidad. Me refiero al órgano de gobierno, al Consejo General del Poder Judicial, que ha luchado contra la gobernabilidad de España.

P. Han pedido que se reconozca Kosovo. ¿Es un ejemplo?

R. No, pero nos llama la tención que los únicos países que no lo han reconocido son los que tienen problemas de integración territorial en su seno. No son iguales, ni lo es tampoco la situación de Irlanda del Norte, pero hay un punto que siempre concurre: el derecho a decidir. Aquí se ha respetado. El de Kosovo es un problema étnico y religioso. Lo nuestro es que el derecho a decidir de los vascos no encuentra acogida en el ordenamiento jurídico español.

P. Quieren ser imprescindibles y hablan de derecho a decidir, pero luego pactan temas menores, como los presupuestos a cambio de los de Euskadi.

R. Somos pragmáticos en esto, pero esencialistas en lo político. Somos pragmáticos porque, si no, el Estado no invierte lo que debe en justicia, equidad y solidaridad.