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El termómetro | ELECCIONES 2008 | Campaña electoral
Columna
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La gran línea del cielo

Pasó el debate y llega el Gobierno, sin solución de continuidad. Una vez decidido quien ganó y quien perdió, valga para lo que valga, el PNV reclama su lugar en los pactos poselectorales e Izquierda Unida reclama un ministerio en el futuro, la patronal una entrevista con Solbes y suma y sigue. Era lo previsto, aunque lo definitivo será lo que digan los ciudadanos el 9 de marzo.

Pero como el balón está aún en el tejado, las impresiones mandan. En Euskadi, se quiera o no, el termómetro es el PNV y el partido que lidera Iñigo Urkullu va girando con el cambio climático que generan los debates y las encuestas. Como era previsible. el PNV partía de cero, apertura máxima, ningún boicot, ningún asunto preconcebido. Igual da el PSOE que el PP, sólo se valora el juicio del autogobierno. Ése era el título de la película, pero el argumento iba más allá. A un sector amplísimo del PNV un pacto con el PP le levanta sarpullidos, pero electoralmente el PNV no debía atenazarse con grilletes previos que sojuzgaran su victoria parcial: ganar las elecciones en su terreno y no dar muestras de debilidad.

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El tema es que la campaña avanza y las señales de humo son cada vez más perceptibes, tanto que hasta la patronal ha pedido una cita con Pedro Solbes para el 10 de marzo para hablar de sus asuntos. Jamás se ha visto un mensaje tan sibilino a la mandíbula del candidato opositor, que ha reaccionado como podía. Seguramente Rajoy habría agradecido más un apoyo explícito a su rival que un mensaje tan elaborado.

La conclusión es sencilla. Unos y otros, dan por ganador a Zapatero y cogen su silla junto a la mesa pensando en el día décimo del tercer mes del año 2008. Al PNV le corresponde un papel determinante, interna y externamente. Primero, debe analizar sus propios resultados para su política interior y después situarse en la política exterior, es decir en la gobernabilidad del país. La política interior tendrá que esperar necesariamente al 9 de marzo. La exterior es más previsible y no cambia, diputado arriba, diputado abajo. La política puede cambiar muchas cosas, pero no la sociología. Parece evidente un cambio de rumbo en el aparato circulatorio del Estado. Si gana el PP, habrá trasfusión, según dicen; si gana el PSOE, habrá alternativas en el modelo general, según señalan. Crea cada uno lo que quiera.

Lo cierto es que cada uno reafirma su papel y coge puesto en la línea de salida. Es lo justo y necesario (siguiendo la liturgia eclesiástica). En Euskadi, la carrera le compete al PNV, una vez que la autodenominada izquierda abertzale ve a contar los votos de la abstención uno por uno como si fueran suyos. Con dos días de campaña por delante, no hay mensajes que valgan. A Rajoy le toca cuidar a su niña, a Zapatero exprimir su mensaje y a Izquierda Unida y al PNV (o a CiU o ERC o BNG) encontrar el lugar exacto en el inmediato horizonte. Es algo así encontrar su lugar en la línea del cielo, no por el bien de la cofradía particular sino por la gobernabilidad del país en el que les ha tocado vivir.

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