Encerrados de martes a jueves

"Si traza usted una circunferencia de cien metros de radio con el edificio del Congreso como centro, ése es todo el espacio en el que he vivido y me he movido de martes a jueves los últimos cuatro años". Lo dice José Ramón Beloki, diputado del PNV por Guipúzcoa en la legislatura acabada, y, a la vista de lo que cuenta también el resto, ahí se puede encontrar con bastante seguridad a cualquiera de los 18 representantes de Euskadi en el Congreso durante esos tres días de la semana. Si diputadas y diputados no mienten, su vida en Madrid resulta "de lo más vulgar", en palabras de uno de ellos; y además, encerrada. También parece bastante sectaria, se mueven mucho con los de su propio grupo, aunque Eduardo Madina (PSE) y Margarita Uria (PNV) comparten más de un partido del Athletic por la televisión. Nunca han hecho una comida o cena de los 34 (en adelante 33) vascos juntos y les sorprende la pregunta.

Marisa Arrue: "En el Congreso te metes y no sabes si es de noche o hace sol"

Marga Uria: "Dicen que somos sosos en vida social, que no tenemos morbo"

Muy lejos ya de la transición y los primeros años 80, sus señorías aseguran mayoritariamente que van del avión al Congreso o al Senado, y de ellos al hotel. Siempre buscan su alojamiento en las inmediaciones de una y otra cámara. Por si se presta una cabezadita o un descalzarse con los pies en alto diez minutos después de comer. "Luego lo consigues muy pocas veces, por no decir nunca", apostilla Uria.

Algunos se han establecido más que otros. El peneuvista Aitor Esteban, el socialista Ramón Jáuregui y el popular José Eugenio Azpiroz tienen casa propia en Madrid. Pero la mayoría vive en hoteles. Los del PNV, en el Palace, donde sólo sigue Uría, y el Prado, donde está el resto del grupo, salvo Aitor Esteban. Iñaki Anasagasti vive en el Senator, donde estaban ya los demás senadores. Restaurantes como La Ancha, La Vaca Argentina o la sidrería Zerain los ven recalar por sus comedores, aunque también tiran mucho de "plato combinado en la sexta planta del edificio de oficinas", explica Beloki.

En su caso, sus únicas salidas fuera de esa circunferencia imaginaria han sido cuando su mujer ha decidido ir a pasar en Madrid "algún fin de semana". Entonces, hay teatro. En todo caso, está dispuesto a repetir a gusto. "Está siendo una experiencia de alto interés personal, muy gratificante, y las relaciones humanas son buenas, con todo el mundo".

Los socialistas y populares guardan por prudencia y seguridad los nombres de sus alojamientos y el de los restaurantes y lugares que frecuentan. Alguno, que pide el anonimato para este tipo de confesiones, ha prescindido de la escolta en Madrid. "Para mí es un golpe de oxígeno y libertad llegar cada semana y moverme como me da la gana. Voy en metro o en autobús si quiero", dice.

La popular Marisa Arrue parece de las menos contentas con la capital. "Yo soy más de pueblo, me estresa mucho Madrid, no me gusta la vida allí". De hecho, estuvo meditando si volver o no a presentarse.

Arrue compatibiliza su escaño con su condición de concejal y portavoz del PP en Getxo, y eso la obliga a pasarse la vida en "corriendo de un lado al otro, metida en un avión". "De dejar algo, sería antes el Congreso. Allí te metes y no sabes ni el tiempo que hace fuera. Te sorprende que ya sea de noche o ver el sol". Se declara, pese a todo, "encantada", pero admite también: "Lo cierto es que no tengo vida familiar, y llevo ocho años así".

"Algunos dirán que qué pija por lo del Palace, pero de lo mío gasto: yo no tengo niños a los que pagar el máster. Me conocen, me tratan muy bien y me gusta leer los periódicos o tomarme una copa en ese ambiente", explica Margarita Uria. "Dicen que los del grupo vasco somos muy sosos en términos de vida social, que no tenemos el más mínimo morbo", bromea.

Uria es ya una veterana con amigos en todos los grupos políticos, en los que encuentra "gente de mucha categoría", y cita una larga retahíla de nombres de casi todos los colores. Quejas, las mínimas. "Todos estamos aquí porque queremos. No conozco a nadie que diga que se ha arrepentido. Es una oportunidad que sólo se le da a 350 personas, así que nada de hacernos los mártires", sostiene tajante.