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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Divertidos juegos culinarios

SUA, una carta original y sabores sorprendentes en el barrio madrileño de Chueca

José Carlos Capel

Ni el empresario Gonzalo Muñoz ni la televisiva Patricia Gaztañaga podían haber elegido un lugar más idóneo para trasladar desde Bilbao a Madrid su modelo de restaurante. En la zona más fashion de la capital acaban de inaugurar un local de interiorismo contemporáneo, que juega con el sentido del humor y los toques de desenfado. Igual que en Bilbao, en calidad de asesor figura el chispeante Aitor Elícegui (restaurante Gaminiz, parque tecnológico Zamudio), que de manera intencionada convierte las recetas en un juego de sorpresas.

Con el mismo lenguaje cool & chic de la casa madre, la carta agrupa todas sus especialidades bajo tres escalas de temperaturas: 25, 50 y 75 grados. ¿Llegan los platos a la mesa a los grados reseñados? En absoluto, pero tampoco importa. Se trata de un código de comunicación que persigue salir de la rutina.

SUA

Marqués de Valdeiglesias, 3. Madrid. Teléfono 915 23 20 04. No cierra. Precio medio: entre 40 y 50 euros por persona (sin vino). Menú selección Sua, 36 euros. Tallarines de ibérico, agua de tomate y olivas verdes, 14,40. Papas bravas con 'tempura' de anguila, 14,40 euros. Bacalao asado al ajoarriero de sepia al pilpil, 18,20. Churros con natilla de cacao, 6,60.

Cocina ... 5,5

Pan ... 6

Postres ... 5,5

Café ... 5

Bodega ... 7

Aseos ... 8

Servicio ... 6,5

Ambiente ... 7

En los fogones, el valenciano Paco García se esfuerza por poner a punto unas recetas apátridas que destilan cultura gastronómica en versión siglo XXI. Algo así como una neococina fusión-pop de corte londinense. No es de extrañar que en determinados mestizajes sus atrevimientos fracasen.

En el grupo de 25 grados resultan vulgares las patatas con pulpo al alioli de piparras vascas y aire de merken, ancestral aliño del pueblo mapuche; son correctas las virutas de foie gras con alcachofas y escarola blanca, y muy acertados, aunque algo grasientos, los tallarines de tocino ibérico con gelatina de agua de tomate y mezclum de hojas verdes. En el escalón siguiente (50 grados), más de lo mismo. No están mal las papas bravas confitadas en compañía de tacos de anguila en tempura de té verde. Y tampoco desmerece el cangrejo de caparazón blando del Potomac (soft shell crab, y no karramarro vasco como indica la carta) con trigo de bardana y taquitos de atún con notas de pimentón agazapadas. El tercer bloque se mantiene en la misma línea. Como García domina los arroces, prepara con acierto uno caldoso de vieiras, brécol, cilantro y jugo de erizos / macadamia. Casi alcanza el notable su bacalao al ajoarriero de sepia, y son decepcionantes los callos a la vizcaína con pochas al ajo verde de menta y lima, confusa superposición de sabores vascos y peruanos.

Comedor de Sua, a un paso de la Gran Vía de Madrid. Abajo, <i>carpaccio</i> de buey con ensalada de <i>sitakes</i> crujientes.
Comedor de Sua, a un paso de la Gran Vía de Madrid. Abajo, carpaccio de buey con ensalada de sitakes crujientes.PAULA VILLAR

DULCES SUGERENCIAS

EL CUIDADO interiorismo de Sua, obra del propio Gonzalo Muñoz, que ha sabido distribuir bien los espacios y facilitar la funcionalidad del local, no ha conseguido controlar los olores de cocina que a intervalos esporádicos irrumpen en el gran comedor. Sala espaciosa que en turnos de noche se encuentra escasamente iluminada, a la que atiende un servicio bienintencionado, aunque algo despistado.Como alternativa a la carta cabe optar por su menú degustación (selección Sua). Por 36 euros (más IVA) se ofrece un aperitivo, dos entrantes, incluidos en los grupos de 25 y 50 grados, respectivamente, así como dos segundos (pescado y carne) reseñados en el bloque final (75 grados). Y como colofón, dos sugerencias dulces.Con los postres, Elícegui acentúa los golpes de humor. Bajo el epígrafe azucar@sua.net-2ºC, otra muestra de lenguaje actual, agrupa algunas cosas divertidas. Una leche frita elaborada con maicena que no está mal, unos churros con natillas de cacao que se disponen incorrectamente y llegan a la mesa reblandecidos, o su versión de la Pantera Rosa con cerezas amargas, que intenta convertir en algo serio una sencilla golosina infantil.Mejor impresión causa la lista de vinos, diseñada por el especialista vasco Mikel Ceberio, que sin abandonar el sentido del humor que preside toda la carta (sua blanca / sua top / sua espuma), ofrece una vistosa selección de marcas, algunas de mucha envergadura y a precios razonablemente ajustados.El café es bueno, pero, lamentablemente, está mal elaborado.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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