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Tribuna:LOS LIBROS DE LA SEMANA
Tribuna
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Entre poesía y política en Palestina

Ningún poeta palestino puede evitar ocuparse de la trágica situación de su tierra, porque constituye la causa permanente del conflicto árabe-israelí. Mahmud Darwix era el portavoz de su pueblo, se asignó a sí mismo la condición de poeta de Troya, la ciudad sitiada de la antigüedad, y de Canaán, la tierra anterior a Israel; y buscó nuevas formas de expresión y de lenguaje para enunciar una identidad común a todos... Pero tampoco él puede eludir la cuestión de Palestina. Cuando Hamás se hizo con el poder en Gaza, en junio de 2007, Darwix escribió: "Nos derrotamos a nosotros mismos con nuestras propias manos". Sin acusar a ningún grupo, habló de cómo la prolongada ocupación israelí ha dividido Palestina y ha reducido a los palestinos a luchar y matarse entre sí por lo poco que tienen.

Darwix nació en 1941 en Birweh, cerca de Acre, en el norte de Galilea, durante el Mandato Británico de Palestina. Su familia huyó a Líbano cuando las milicias judías destruyeron su pueblo, junto con otros centenares, en 1948... sólo para regresar "ilegalmente" al año siguiente. Darwix aprendió hebreo en el colegio y ganó un concurso de poesía, pero las autoridades israelíes le reprendieron por su contenido político. Más tarde, el Gobierno laborista de Ehud Barak eliminó su poesía del programa escolar israelí, no por un patriotismo ferviente, sino porque, le guste o no, se ha convertido en una figura para los palestinos.

Aunque Darwix ha estado en varias ocasiones en las cárceles israelíes por ser un disidente político, también trabajó para el diario al-Ittihad y el semanario al-Jadid, ambos publicados por el Partido Comunista Israelí (Rakah) en Haifa. Su izquierdismo le llevó a Moscú en 1970 con la intención de estudiar economía política, pero lo dejó para trabajar en el periódico al-Ahram en El Cairo. Después se incorporó a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Beirut, donde fundó la publicación literaria al-Karmel, cuyo nombre hace referencia a las montañas que rodean Haifa. Tras la expulsión de la OLP en 1982, Darwix fue a París y escribió su Memoria para el olvido, sobre el asedio israelí de Beirut. En 1987 le pidieron que fuera miembro del Comité Ejecutivo de la OLP y, como tal, redactó la Declaración de Argel de 1988, por la que la organización reconocía la solución de dos Estados.

Pero Darwix no estaba de acuerdo con las fases intermedias estipuladas en 1993 en la Declaración de Principios de los Acuerdos de Oslo, y dimitió del Comité Ejecutivo como señal de protesta porque Arafat había firmado sin tener garantías de soberanía del Estado. Con más proceso que paz, Darwix siguió ampliando y explorando los parámetros de un lugar posible llamado Palestina y creó una nueva forma de literatura en árabe llamada "texto" con Fi hadra al-ghiyab (En la presencia de la ausencia). Además de la referencia a que Israel definía a los palestinos como "presentes ausentes" y de su típica yuxtaposición de términos, Darwix encierra con una intensidad desconcertante la experiencia universal de la coexistencia de vida y muerte, definida por una existencia pasada en el exilio y el alejamiento de una tierra y un pueblo, que transmite el desastre y la oscuridad que habitan en todos nosotros.

Stuart Reigeluth es autor de un estudio de literatura comparada sobre Mahmud Darwix y Murid Barghuti, en prensa en I. B. Tauris. Londres. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

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