El triste final de Katoucha
Hallado en el Sena el cadáver de la modelo y musa de Saint Laurent un mes después de su desaparición
Lo fue todo en la moda. Khadiatou, princesa e hija del historiador guineano Djibril Tamsir Niane, más conocida como Katoucha- alias que escogió para su carrera como top- murió ahogada la noche del 31 de enero al 1 de febrero.
Eso, al menos, se deduce de las investigaciones, que han concluido que se dirigía a la casa flotante en el Sena que le servía de domicilio, cuando al parecer resbaló al cruzar la pasarela que permitía pasar del muelle al puente. Nadie la oyó caer en las frías aguas del río. Katoucha no sabía nadar. El cadáver fue hallado ayer por un transeúnte.
La antigua modelo -ejerció el oficio entre 1978 y 1993- había trabajado, sobre todo, para Yves Saint Laurent pero también para Thierry Mugler, Paco Rabanne, Calvin Klein o Ralph Lauren. Durante 20 años esta mujer negra, de 47 años, fue una de las estrellas de las noches de París, pero también de las de Londres, Nueva York o Tokio, capitales de la moda. En 1994, un año después de su retirada, fue detenida en Dakar y acusada de tráfico de drogas. Todo era fruto de una confusión... relativa. El hombre que financiaba entonces la nueva carrera de Katoucha, un ruso, Serguéi Mazarov, fue hallado muerto en su domicilio -ametrallado- y él si era un traficante.
La fortuna de Katoucha se desvaneció entre vapores de alcohol, nubes de cocaína e inversiones hechas a partir de un horóscopo. La ex modelo se sometió a sucesivas curas de desintoxicación y todo parecía tranquilizarse en 2005, cuando encontró un compañero estable en la persona del arquitecto Laurent-Victor Cotte. Éste le ayudó a reconciliarse con los tres hijos -Amy, Alexandre y Aïden- que tuvo de tres hombres distintos, el primero antes de cumplir los 18 años.
Con el arquitecto puso en marcha proyectos -una academia de modelos en Senegal y una línea de ropa fabricada en ese país africano- y escribió unas memorias -Dans ma chair- en las que intentaba hacer las paces con su pasado. El libro fue un éxito y volvió a convertirla en actualidad.
La noche de su muerte regresaba de una fiesta en el céntrico hotel Costes. La autopsia en curso dirá si había bebido mucho y si había tomado otras sustancias. El hallazgo del cuerpo en avanzado estado de descomposición, bajo el puente de Garigliano, a menos de un kilómetro de donde vivía, pone punto final a dos hipótesis que la policía había manejado hasta ahora: el secuestro o la fuga. Queda la duda de si fue un accidente o un suicidio. Los amigos de Katoucha aseguran que ahora era feliz, que había encontrado el equilibrio y que el drama sólo puede deberse al azar, a un resbalón sobre una madera mojada y a no saber nadar.
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