Un político que murió con las botas puestas
Ha fallecido mi amigo, mi hermano, mi compañero de fatigas. Cuando el teléfono sonó ayer para comunicarme que Rogelio Baón había fallecido, la tristeza recorrió mi cuerpo y no pude contener las lágrimas. En plena campaña, tuve que subir a un atril en Ponferrada, un lugar que él adoraba, quería, admiraba, para hablar de nuestras ideas, de nuestras propuestas y, pese a la alegría que significa una campaña, ayer me flaqueaban las fuerzas. Fue sentido el minuto de silencio que se guardó en el mitin en su honor, ayer todas mis palabras estaban dirigidas al cielo, dirigidas a él.
Ha fallecido mi amigo, mi hermano, mi compañero de fatigas. Cuando el teléfono sonó ayer para comunicarme que Rogelio Baón había fallecido, la tristeza recorrió mi cuerpo y no pude contener las lágrimas. En plena campaña, tuve que subir a un atril en Ponferrada, un lugar que él adoraba, quería, admiraba, para hablar de nuestras ideas, de nuestras propuestas y, pese a la alegría que significa una campaña, ayer me flaqueaban las fuerzas. Fue sentido el minuto de silencio que se guardó en el mitin en su honor, ayer todas mis palabras estaban dirigidas al cielo, dirigidas a él.
Falleció con tan sólo 66 años, en el hospital madrileño en el que estaba ingresado como consecuencia de la grave enfermedad que padecía desde hace meses, pero contra la que luchó con todas sus fuerzas, peleó como lo hacía siempre, pero perdió esta batalla en la que, como amigo, la única arma para ayudarle era el ánimo y el afecto. Pese a su delicado estado de salud, el PP había decidido volver a incluirle en su lista al Congreso por Madrid, en la que aparecía en el puesto número 17. Y cómo no iban a incluirle en la lista, si era todo lo que un político debe ser: era conciliador, dialogante, inteligente, seguro, profesional, tenía las ideas claras y yo no me puedo imaginar que ya no le volveré a ver en un acto del Partido Popular, a los que acudía con ilusión, con compromiso, con entusiasmo.
Pero por encima de político era mi amigo, un excelente amigo, siempre dispuesto a escuchar, a darte un consejo, a sentarse contigo y explicarte todo claro, sin tapujos, sin titubeos. Su teléfono siempre encendido, siempre abierto a una propuesta. Mi compañero de escaño, siempre atento a cada gesto y cada palabra. Sabio en sus apreciaciones e inteligente como para saber decirlas.
Anécdotas tengo muchas, quizá miles, que guardaré en mi recuerdo, en lo más hondo de mi corazón, de mi ser, y prometo no olvidarlas, las mantendré vivas y las comentaré en cualquier café, para que nadie olvide lo importante que fuiste para mí.
Rogelio era un apasionado de los libros, de la escritura y de las nuevas tecnologías. Creo que cuando nadie sabía qué era una página web, él ya había navegado, sin naufragar, había viajado a medio mundo con un solo clic ante la mirada atónita de todos. Hace un tiempo, Rogelio me mostró un pequeño aparato donde había guardado cientos de libros, un MP4 cargado de cultura, y me dijo: "Con esto ya me puedo encerrar en un convento de clausura, que no me voy a aburrir". Le gustaba la lectura y escribir, todos lo sabíamos. Por eso, quizá a todos nos hubiera gustado contarle nuestras peripecias para que él, con su suave pluma, nos las plasmara en un papel; esa suerte la tuvo Manuel Fraga. Rogelio escribió su biografía con la sutileza que le caracterizaba. Yo no tuve esa suerte, ya no escribiré mis memorias...
Inteligente y culto, la cultura entendida más allá de los libros, si no que se lo digan cuando recorrió a pie el camino de Santiago. Cada etapa era un reto, el camino algo maravilloso, un descubrimiento para sus ojos; paraba en Ponferrada, donde tenía buenos amigos, y desde luego, pese a sus pies cansados y agrietados, se ganó el jubileo, sin perder la sonrisa, sin perder su buen carácter. Sin duda, se lo habrá llevado allí donde esté.
Le hemos despedido hoy, con tristeza, con pena, con el corazón encogido, hemos perdido a un gran político y a un mejor amigo. Que descanse en paz.
Juan Morano es diputado del PP y candidato número 1 por León. Fue alcalde de León.
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