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ELECCIONES 2008 | Precampaña electoral
Columna
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Raca-Raca va al paraíso

No nos sorprendió que el Gobierno vasco se apresurara a celebrar la independencia de Kosovo mediante una declaración leída por Miren Azkarate en San Sebastián. Aprovechando que Putin había pasado por el Bidasoa, no se podía desperdiciar la oportunidad de obtener algún tipo de resonancia universal y de recordar al mundo que en Kosovotegi sufrimos similares achaques a la espera de redención. No hay que dejar escapar la ocasión de recordar al mundo lo que sufrimos y lo mal que nos tratan, y ésta era pintiparada para ello, pese a que si la consejera Azkarate se hubiera quedado calladita hubiera ocurrido lo mismo que tras la pieza de orfebrería que nos soltó: nada. Los Balcanes no son los Pirineos, aunque estos últimos, si no para el universo, tienen su importancia doméstica. Solemnicemos pues, debieron de pensar los tripartitos, que, aunque no otra cosa, al menos conseguiremos chinchar a los de casa y estamos en periodo electoral. Este Gobierno tiene el síndrome de las personas obcecadas a las que no les salen bien las cosas: les gusta reventar espinillas. Llevan años haciéndolo, desde que descubrieron que eso nada tenía de malo, con ese típico puchero de los niños díscolos que no se dan cuenta de que su capricho imperioso acaba partiéndoles los morros. Bueno, se debieron de decir, si no nos sirve para que el mundo nos oiga, al menos nos servirá para fastidiar. Pues estupendo.

Lo peor que les puede pasar a las ladillas es que se las identifique como tales

Tengo la impresión, sin embargo, de que tampoco han conseguido fastidiar a nadie. Era demasiado previsible, el enésimo picozón, y lo peor que les puede pasar a las ladillas es que las identifique como tales: ese escozor no es producto de un cáncer, es sólo una ladilla. Y una vez identificadas se les pierde el respeto. La declaración sobre la independencia de Kosovo, por ejemplo, es como para partirse de risa. Comienza diciendo, y lo transcribo porque no tiene desperdicio, que el Gobierno vasco comparece para "valorar el proceso de independencia de Kosovo, por lo que supone de lección sobre el modo de resolver de manera pacífica y democrática conflictos de identidad y pertenencia". Tras leer eso, uno tiene que reubicar los ojos en las órbitas y preguntarse en qué lugar se ha bailado ese rigodón y a qué opereta le habrán invitado al autor de esa frase. La independencia de Kosovo es el resultado de un fracaso democrático que ha costado ya más de 200.000 muertos, fracaso que se inició precisamente en Kosovo en 1981, hace casi 27 años. Recordemos cuál fue la respuesta de Milosevic a aquella sublevación kosovar: suspendió la autonomía, prohibió la enseñanza en lengua albanesa, expulsó a los albaneses de sus puestos de trabajo, etc. De aquellos acontecimientos se derivó un proceso en cascada que todos conocemos, sin que estemos seguros de que haya terminado aún, y cuyo último capítulo sangriento lo constituyó la guerra entre serbios y kosovares de 1998-99, con 10.000 muertos entre la población civil kosovar y unos 1.200 entre la población serbia. Desde entonces Kosovo se ha convertido en un protectorado de la ONU con 16.000 soldados en su territorio y va a necesitar la ayuda de 2.000 funcionarios internacionales para poder afrontar su independencia. Añadamos que de los 320.000 serbios que vivían allí sólo quedan 120.000, y que el resto tuvo que huir no por gusto. ¿Es éste un modo ejemplar de resolver de manera pacífica y democrática los conflictos de identidad y pertenencia?

La independencia de Kosovo, aunque desafortunada, era inevitable, pero las palabras que exprimen los hechos, dejándolos rezumar para desprenderse de ellos, no son inocentes. Son peligrosas, porque juegan con lo que ocultan. La declaración de marras parece enorgullecerse de unas palabras de Ibarretxe que profetizan que el siglo XXI es el siglo de la identidad y de las naciones. ¡Qué borrón sobre los dos siglos anteriores -Shoah incluida- y qué deleite con las masacres! En Euskadi no hay problema alguno de identidad. Lo que sobra es fanatismo etnista, y el lehendakari peregrina por los euskal-etxes tratando de encender una mecha que se la apagan en casa. Afortunadamente, nunca él y su gobierno resultaron tan inanes. ¿Mérito de Z?

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