A Gallardón tampoco le convoca el seleccionador
El alcalde se compara con Raúl en el homenaje a Di Stéfano
Que el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, se pirra por las metáforas empieza a ser un hecho. Lo demostró al recitar aquello de que "triunfó Doña Cuaresma, la del gesto agrio y estricta conducta". Luego hubo desmentido, pero a buen entendedor... le pareció que se refería a Aguirre. Ayer repitió la hazaña literaria durante el homenaje que dedicó el Real Madrid a Alfredo di Stéfano. En lugar de buscarle álter ego a su compañera de partido, se lo adjudicó él mismo. "Raúl, es verdad que no estás en la lista, la lista de la selección nacional, pero no te preocupes, porque habrá más listas. Y tú estarás en esa lista", predijo con sonrisa pícara. Y la sala entera lo pilló.
"Di Stéfano nunca tuvo ese defecto de impedir que los demás destaquen"
Raúl lleva 11 goles en la Liga. En su equipo, el Real Madrid, lo quieren tanto que le han hecho un contrato vitalicio. Sin embargo, Luis Aragonés no lo convoca para jugar con la selección. Gallardón logra una mayoría absoluta tras otra como alcalde. Es el político madrileño mejor valorado. Pero Rajoy no lo quiere en sus listas para el Congreso. El paralelismo, debió de pensar el alcalde mientras preparaba el discurso, es cristalino como un arroyo de montaña.
Flanqueado en la primera fila por el ex presidente José María Aznar y el secretario de Estado de Deportes, Jaime Lissavetzky, Gallardón saltó al campo con arrojo. Calentó con un agradecimiento a Di Stéfano por haber sido el "mejor embajador" de Madrid. "Nadie ha llevado con tanto orgullo el nombre de la capital de España como usted", afirmó.
Y ya con la jugada clara en la cabeza, se zafó de los centrales: "Nunca fomentó ninguna rivalidad interna", destacó entre las muchas cualidades de La Saeta Rubia a las que podía referirse en su discurso. "Es más, con su trabajo y su sacrificio en el terreno de juego, mejoraba a sus compañeros". Entonces Gallardón levantó la cabeza, vio al defensor adelantado y se internó entre las líneas rivales: "Nunca tuvo ese defecto que habita aún en algunas personas de impedir como sea que los demás destaquen". La afición ya se imaginaba a Esperanza Aguirre bajo los palos, enguantada y con la mirada fija en el ariete con gafas.
Gallardón se dio un autopase de oro al subrayar "esa vocación de contribuir a un éxito colectivo que por encima de nombres propios pueda ser celebrado por todos". Se plantó frente a la portería: "El mismo espíritu, disposición y vocación que hoy está vivo en el Real Madrid y que me atrevo a decir que si alguien lo representa, lo proclama y lo ejerce como nadie es ese gran capitán del Real Madrid que es Raúl". Y entonces, disparó: "Raúl, no te preocupes, porque habrá más listas". Gol.
De vuelta en el banquillo, palmadita en el hombro de un sonriente José María Aznar. Aplausos, risas y codazos de complicidad en la grada. Todos creían haberlo cogido. El poder de las metáforas.
La silla vacía de Aguirre
¿Hubiera osado Alberto Ruiz- Gallardón hacer chascarrillos sobre su exclusión de las listas al Congreso con su verduga política delante? Nunca se sabrá, porque Esperanza Aguirre no acudió al homenaje que se tributó a Alfredo di Stéfano. Y se la esperaba.
Según el programa que se repartió a los periodistas, tendría que haber intervenido, precisamente, justo después del alcalde. Un mitin del Partido Popular en San Lorenzo de El Escorial se lo impidió.
La presidenta avisó del contratiempo el viernes y prometió que intentaría llegar "a toda costa", según un portavoz del Real Madrid. Poco antes del comienzo del acto confirmó que no podría asistir. El personal de protocolo del club actuó con rapidez. Antes de que llegaran las personalidades ya había cambiado el nombre de la silla de la presidenta. En primera fila, a centímetros de Gallardón.
No hubo, pues, silla vacía. Ni cotilleo posible sobre el grado de desapego de los dos dirigentes del Partido Popular cada vez que coinciden. ¿Le hubiera negado un beso Aguirre como hizo hace 10 días? Tampoco se sabrá.
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