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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Duelo en televisión

Los cara a cara Zapatero-Rajoy serán decisivos a juzgar por el escaso margen en los sondeos

El sondeo del CIS registra un empate técnico en las elecciones de marzo, y ésa es la mejor garantía de que habrá debates entre los candidatos de los dos partidos que se disputarán la primacía; y de que esos debates, que realizará la Academia de la TV con señal gratuita para todas las cadenas, serán decisivos en el desenlace.

Desde al menos 1989 se han intentado organizar debates televisivos entre los candidatos del PSOE y el PP, pero siempre que había un favorito claro, medido por las encuestas, el que lo era se las ha arreglado para que no se celebraran: para evitar riesgos. En 1993 los pronósticos eran inciertos, y hubo dos debates, en el primero de los cuales ganó claramente Aznar (frente a un González que dio la impresión de no haberlo preparado bien). El entonces presidente ganó el segundo frente a un aspirante que culpó con energía al Gobierno de la fuerte crisis económica en curso, pero demostró carecer de medidas sociales para hacer frente a sus efectos.

De entonces data la teoría, sostenida por algunos sociólogos, según la cual si la situación económica es mala, favorece a la oposición, pero si es muy mala favorece a la izquierda, esté en el Gobierno o en la oposición, por considerársela más sensible ante los dramas concretos asociados a la crisis: despidos, créditos sin pagar, abandono de los estudios. Lo que podría ser ahora un aviso para los estrategas del PP; un exceso de dramatización puede volverse contra ellos.

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Habrá debates porque, con resultado incierto, el mayor riesgo sería aparecer como culpable de que no se celebren. Eso ha hecho que el PP retirara su exigencia de que sólo lo aceptaría si se celebraban en las cadenas impares (Antena 3 y Tele 5), lo que dejaba fuera a las pares, la Cuatro y la Sexta. El argumento para oponerse a que se celebraran en la televisión pública con señal abierta a todas las cadenas fue insustancial: que sería dar un certificado de independencia a TVE.

Enredados en las minucias sobre el cómo, han desaparecido los argumentos de fondo invocados en su día en favor de estos debates: la audiencia masiva, que permite llegar a muchos más electores con menos dinero en propaganda, y el modelo de discusión, que permite cruzar argumentos y no sólo escuchar discursos de autoelogio o crítica sin réplica posible.

En los últimos días el PP ha intentado sacar punta a unas frases pronunciadas por Zapatero sin advertir que estaban siendo recogidas por un micrófono. "Nos conviene que haya tensión" no es sinónimo de propugnar la crispación; tensión competitiva es lo que se espera de alguien que va a disputar algo, y en el caso del PSOE guarda relación con la necesidad de movilizar al electorado potencial de centro-izquierda tentado por la abstención. Pero la frase no deja de reflejar una característica de la actual política española: que más que a favor de algo, se invita a votar contra alguien; para evitar que gobierne el otro.

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