Vigencia de J. S. Mill
En los primeros días de abril de 2006 tuvo lugar en el University College London la novena conferencia de la International Society for Utilitarian Studies para conmemorar el bicentenario del nacimiento de John Stuart Mill (1806-1873). Es esa institución educativa la que desde comienzos de los sesenta del siglo pasado, en el contexto del Bentham Project, lleva a cabo la difusión de las obras del filósofo y jurista Jeremy Bentham (1748-1832), padrino intelectual de J. S. Mill y artífice de ese proyecto de ética liberal conocido como utilitarianismo. La base del principio de la utilidad es simple: "Es bueno aquello que causa la felicidad mayor del número mayor".
Fue éste el punto de partida desde el que Bentham llevaría a cabo una permanente y activa crítica de los usos y costumbres de su tiempo, de sus instituciones, abogando por la discriminalización de la homosexualidad, la extensión del sufragio universal, las reformas de las administraciones públicas, del sistema de prisiones, o del bienestar de los animales. Fue también, en cierta medida, un defensor del Estado del bienestar. Aunque, contrariamente a la versión más extendida, no fue un fundador de la Universidad de Londres, predecesor del University College London (la primera en abrir sus puertas a todos los ciudadanos, con independencia de su riqueza o posición religiosa, como hasta entonces ocurría en las universidades de Oxford y Cambridge), sí lo fue su íntimo amigo James Mill, padre del economista cuyos Principios de economía política ha reeditado la Fundación Instituto de Crédito Oficial (ICO).
Principios de economía política / Autobiografía
John Stuart Mill
Fundación ICO
ISBN 978-84-975654-1-7
Han acertado al acompañar la excelente edición de esa clásica obra (originalmente publicada en español por el Fondo de Cultura Económica en 1951) de la Autobiografía de Mill, traducida, prologada y anotada en 1986, para Alianza Editorial, por Carlos Mellizo. Ambos volúmenes van introducidos por un prólogo y una Celebración de JSM de Pedro Schwartz. Y es que, en efecto, hay razones para celebrar este intento por subrayar no sólo la obra de naturaleza estrictamente económica de Mill, sino, quizá en mayor medida, su trayectoria vital y sus testimonios. Si reclamada es hoy en día la vigencia de muchas de sus ideas, en mayor medida lo es su actitud, la coherencia para trasladar a su comportamiento lo que defendía en muchos de sus trabajos.
Permítame el lector, por tanto, que sin menoscabar la significación de los Principios, transgreda lo que suele ser la norma en las páginas de un suplemento dedicado a los negocios y destaque su biografía, la dimensión ética y social de la misma, no por conocida menos vigente.
Con una pretensión tal, es necesario, como la casi totalidad de las semblanzas biográficas reclaman, no sólo acudir a la poderosa influencia del padre, sino de la quizá más eficaz del padrino. En efecto, la figura del filósofo y jurista londinense Jeremy Bentham es clave en la comprensión de la trayectoria de J. S. Mill. Desde el inicio: en la definición de la senda educativa que James Mill trazara para su hijo, con la referencia siempre presente de Bentham, pero también en la conformación de ese equilibrio entre creación intelectual y participación en los asuntos públicos, que marcaron la vida de ambos.
Ésta es una de las dimensiones más sobresalientes de la autobiografía, que subraya el más reciente de los biógrafos de J. S. Mill, Richard Reeves (John Stuart Mill: Victorian Firebrand). Éste nos recuerda que la grandeza de Mill, como la de su ahijado Bertrand Russell, es la de rechazar esa separación entre pensamiento y acción: "Las ideas tienen consecuencias". Por un empeño tal ("la mejora de la humanidad" es una referencia frecuente en la autobiografía), ambos se vieron obligados a visitar la cárcel.
Aunque breves, los años que pasó por la Cámara de los Comunes quedan reflejados en no pocas recomendaciones, algunas de ellas de llamativa actualidad. No menos importante, aunque sí más difundidas son esas vinculaciones afectivas (con su padre, su compañera, algunos de sus colegas y maestros) que cruzan toda la autobiografía, sin menoscabar la excelente crónica de la época que le tocó vivir.
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