Las aguas se calman
Tras el susto que nos dieron los indicadores publicados la semana anterior, los dos más importantes conocidos esta semana, el crecimiento del PIB en el último trimestre de 2007 y el IPC de enero, han venido a poner un contrapunto de tranquilidad, que estaba haciendo falta. El PIB creció un 3,5% en tasa interanual y un 0,8% respecto al trimestre precedente. Recordemos que la tasa interanual alcanzó un 4,1% en el primer trimestre del año, lo que significa que la economía ha ido perdiendo fuerza progresivamente, pero no tanto como para que se haya venido abajo el clima de confianza sobre la economía y sus perspectivas a corto plazo. Sobre todo, cuando estas cifras se comparan con las conocidas, también esta semana, en la zona del euro. El PIB del conjunto de la zona comenzó el año creciendo a una tasa interanual del 3,2% y ha acabado en el 2,3%, y el de Alemania pasó del 3,7% al 1,8% en el mismo periodo (gráfico izquierdo).
El PIB del último trimestre de 2007 y el IPC de enero ponen un contrapunto de tranquilidad
Ahora bien, si estos datos cantan a favor de la economía española, también han levantado cierta polémica, no sólo entre la clase política en plena campaña electoral, sino entre los analistas, acerca de si reflejan correctamente la situación de la economía española en la recta final del pasado año. Un crecimiento del 3,5% en tasa interanual parece razonable, hace ya dos meses que apuntábamos a esta cifra en esta columna, si bien, la información de noviembre y diciembre conocida posteriormente me había inclinado a esperar alguna décima menos. En los gráficos central y derecho se ofrecen algunos indicadores representativos de la producción, demanda y empleo, y da la sensación de que la desaceleración es algo mayor. Pero no discutamos por una décima, no tiene sentido, la calidad y cantidad de las estadísticas con que contamos no dan para afinar tanto. El Banco de España también se inclinó por esta cifra en las estimaciones publicadas hace dos semanas. Sí que me parece, en cambio, discutible que la tasa trimestral, sea la que sea, haya sido superior a la del trimestre anterior, aunque sólo sea por una décima, lo que está indicando que el ritmo de crecimiento vuelve a repuntar tras desacelerarse en los dos trimestres anteriores. Da la sensación de que la contabilidad nacional se confecciona para dar un perfil de tasas interanuales más o menos razonable, pero se descuida la coherencia y calidad de las tasas trimestrales (que además, no lo olvidemos, están sujetas a mayor provisionalidad que las interanuales), lo que es una pena, pues son éstas las que deberíamos utilizar para analizar el comportamiento de la economía en el periodo más reciente y no las interanuales, que son indicadores retrasados.
El otro indicador importante de la semana ha sido el IPC, que ha sorprendido favorablemente. Esperábamos en Funcas una tasa interanual del 4,5% y se quedó en el 4,3%. Lo más positivo es que las desviaciones a la baja respecto a las previsiones se han dado en todos los grupos de productos, destacando la reducción de la inflación en los dos grupos que forman el núcleo más significativo del IPC para observar su tendencia, los bienes industriales no energéticos y los servicios. Ello es coherente con el debilitamiento del consumo. Metida la nueva información en la caja negra de los modelos, el resultado es una mejora notable de las previsiones para el resto del año, que ahora dan tasas del 3,4% en media anual y del 2,6% en el último trimestre, cuatro décimas menos en ambos casos que las anteriores.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
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