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Reportaje:

Escultura mecánica

Marcos Baeza

Bentley tiene dos caras. Una moderna, resultado de su actual parentesco con el Grupo VW, que combina el lujo y deportividad de la marca con la tecnología alemana y se plasma en modelos como los tres Continental: cupé, descapotable y limusina. La otra cara es la clásica, que mantiene la esencia legendaria de la firma y también sus coches de entonces, de la época en que Bentley era hermana de Rolls-Royce (hasta los años noventa).

Los representantes de esta parte son el cabrio Azure y la berlina Arnage, y se dirigen a los clientes más veteranos y puristas, aquellos que no entienden su coche como un lujoso transporte, sino como una pieza de coleccionista. Pero tanto los productos modernos como los clásicos se siguen fabricando a mano, con patrones artesanales y un total de 680 horas de trabajo por vehículo, casi un mes. Y éste es uno de los aspectos que convierten los Bentley en únicos y los alejan del concepto normal de automóvil.

Desde 390.000 euros

El Brooklands se encuadra en el lado tradicional de la marca. Supone la interpretación deportiva de las limusinas clásicas, como el Arnage, el modelo del que deriva. Reúne el espacio y comodidades de las grandes berlinas con una silueta más sugerente, de cupé, y un enfoque más dinámico. Es el nuevo icono de la marca y su propuesta más elitista: cuesta 390.000 euros. Y eso como viene de origen, porque puede personalizarse hasta el detalle (colores, tapicerías e inserciones, DVD, minibar, un emblema de Bentley retráctil que se esconde en el capó y evita robos y daños a los peatones ante los atropellos) y alcanzar cifras cercanas a los 600.000 euros. Sólo se fabricarán 550 unidades, dos de ellas para España.

Con una longitud de 5,4 metros y un frontal que remite con claridad a Rolls-Royce, el Broo-klands luce una imponente planta de estilo clásico. El interior, con cuatro butacas individuales, sigue también la tradición y recoge los mejores cueros, maderas y cromados, aparte de caprichos como los asientos traseros eléctricos, que se pueden reclinar para reforzar el confort. Y el motor es el histórico 6.75 V8 de la marca (diseñado hace 40 años), ahora con dos turbos, 530 CV y tracción trasera. Los Bentley de la era VW llevan propulsores W12 y tracción 4×4.

A pesar del enorme tamaño y peso del Brooklands (2,7 toneladas), el empuje del motor puede con todo y otorga aceleraciones aplastantes y una punta de 296 km/h. Y aunque las inercias en curva son excesivas, el ESP, las suspensiones electrónicas y las descomunales ruedas de 20 pulgadas ayudan al conductor a controlar siempre la situación.

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Sobre la firma

Marcos Baeza
Redactor de Motor, especializado en producto y tecnología. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS, desde 1998, ligado siempre al automóvil. Sigue la actualidad del sector, prueba los nuevos modelos que llegan al mercado y analiza las tendencias y tecnologías asociadas, como la nueva movilidad eléctrica.

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